La expectación era máxima ayer en La Cerámica. A la trascendencia de los puntos en juego en la luca por la permanencia se unía la presencia de Javier Calleja en el banquillo local. De la destitución a la restitución en poco más de mes y medio. La Cerámica estaba pendiente de cómo afrontaría el madrileño esta segunda oportunidad que le ha dado el fútbol tras la decisión personal —lo repitió en una decena de ocasiones la pasada semana— de Fernando Roig. Y Calleja no defraudó. Sabedor de que en esta segunda etapa debía reformular un ideario futbolístico en evidencia durante la primera parte de la temporada, Calleja dio una vuelta de tuerca a su manual. Defensa con tres centrales y potenciación de unas bandas a las que discriminó en el inicio de la temporada.

La apuesta dio sus frutos hasta que volvieron a aparecer los miedos tras el autogol de Bonera y las piernas de los groguets flaquearon hasta dejar escapar un triunfo que parecía en el bolsillo hasta la hora de partido. «Es una disposición que me plenteo que pueda darse en más partidos. He visto cosas muy buenas y muy positivas. la presión ha sido buena, hemos ganado duelos y, salvo cositas puntuales, se ha dado una sensación de solidez», analizaba el entrenador del Submarino sobre uno de los brotes verdes apreciados en su regreso.

Pero a este Villarreal le está costando horrores poder disfrutar de jornadas redondas. Ayer era la idónea para que el míster pudiera disfrutar al 100% de un día especial. «Me hubiese encantado que este retorno hubiera sido con victoria, pero este resultado me va a dar más fuerza, incluso», decía después del 2-2 un «enrabietado» Calleja, que durante muchos minutos vio reflejado sobre el césped de La Cerámica el equipo que quiere para salvar una de las peores situaciones del equipo amarillo en su dilatada trayectoria en la máxima categoría.

«Los jugadores se han dado cuanta de que nada sirve pensar en el pasado. les he visto con mucha energía en esta nueva etapa y con las ideas claras de lo que se espera de nosotros: no bajar nuca del 100%. Han demostrado que quieren sacar esto», valoró un Javier Calleja que deberá seguir trabajando el aspecto mental para evitar que cualquier accidente —ayer el autogol de Bonera— tenga efectos devastadores en la cabeza y en las piernas de sus jugadores. «Hemos visto cómo ha cambiado la película tras el 2-1. Es de lo que nos tenemos que dar cuenta, de que tenemos que creer en la victoria durante los 90 minutos».

La primera final de la nueva etapa de Calleja ya ha pasado. Quedan otras 16 y lo mejor es que ayer el Villarreal volvió a dar señales de vida tras el encefalograma plano con el que se saldó el paso de Luis García.

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