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@josellizarraga

Recuerdo la llegada de Pellegrini como si fuera ayer mismo. Las primeras dudas que me generaba ese estilo sin interiores abiertos y postulando el juego con los centrocampistas hacia dentro, dejando la ocupación de los extremos para los laterales. El fútbol no es física nuclear, ni química orgánica o biología molecular. Es evidente. Tanto como que cada aficionado lleva dentro un entrenador. Siempre digo que si todos los que acuden a un estadio valoraran el rendimiento de los jugadores puntuando su partido y lo metieran en un sobre, el contraste sería muy variopinto, igual que si tuvieran, o pudieran, elaborar la alineación. Pero de fútbol no sabe todo el mundo. Me incluyo en esta autocrítica, porque con el tiempo el Villarreal registró sus mejores éxitos con esa filosofía del chileno.

La idea de Javi Calleja también sembró dudas. Posiblemente porque era bastante diferente a la que estábamos acostumbrados. Ese rombo mágico yo lo contemplaba como una apuesta atrevida, pero me dejaba cierta sensación de inseguridad por las facilidades defensivas que podía ofrecer. Y creo que no era el único portador de esa incertidumbre interior. Éramos varios, tanto fuera como dentro del propio club.

En mi caso no era desconfianza en el técnico. Ni mucho menos, pero sí en la idoneidad de esa disposición, una más por otra parte. Al final, uno se da cuenta de que lo de los sistemas es una de esas entelequias que mantiene el fútbol y lo que de verdad importa es la calidad individual, el carácter, la intensidad, el trabajo y el equipo. Pero sobre todo, correr, correr y correr.

Si cuatro jugadores con el talento y la clase de Samu Castillejo, Rodrigo, Fornals o Trigueros llenan el cuentakilómetros de números como hicieron en Montilivi… el Villarreal estará arriba seguro.

La apuesta por Calleja ha sido valiente. Y solo quien arriesga puede ganar. No sé si el consejero delegado manejaba más opciones para sustituir a Escribá. No me importa, pero sí tengo que reconocer que hay que ponerle testiculina para elegir al técnico del filial en una situación tan delicada. O tenerlo más que claro.

El bagaje de tres partidos da para poco en un análisis riguroso del método Calleja. Solo me atrevo a comentar las cosas que parecen han cambiado desde fuera. Mayor intensidad, las posesiones de balón se desarrollan más en campo contrario y la forma de trabajar en el día a día. Un equipo juega como entrena. Y toma de decisiones sobre la marcha con el paso al 4-4-2 en la segunda parte porque los cambios de orientación del Girona estaban haciendo daño. Eso de puertas para fuera. Para adentro, el diálogo no ha ido reñido con mano firme con alguna situación de indisciplina que deben cortarse de raíz o de lo contrario se producirán cambios en enero.

A mí me gustó mucho el Villarreal de Girona. Es gratificante ver cómo corrió el equipo ante un rival difícil e incómodo. Vuelvo al inicio de esta columna, mis dudas, como las que tenía con Pellegrini, estaban infundadas. Es evidente, Calleja sabe lo que se lleva entre manos.

Frank Castelló y sus cuentas

El inicio de Liga del CD Castellón ha sido un tanto irregular. La clasificación no refleja las dudas que me ha dejado el equipo en algunos partidos, igual que algunas reflexiones de Frank Castelló. Me sorprendía escucharle que hasta 10 equipos podían luchar por estar en la fase de ascenso.

Sigo pensando que ninguno posee la fuerza de contar con el respaldo de 10.000 abonados. El Castellón, quiera o no quitarse esa presión de encima su entrenador, debe ser campeón. No hay otra. Y para ello, dado que el compromiso y las ganas del grupo humano que dirige es incuestionable, no queda otra que dotar de una personalidad propia al Castellón y una idea de juego definido, que todavía, salvo momentos puntuales, no he observado. Ese debe ser su trabajo, porque es el entrenador de un equipo con una masa social entre las 30 mayores de España. Sí, ya sé que es un buen tipo, pero no estamos hablando de eso, sino de su labor profesional.