Tardó más de una hora en abandonar las entrañas del Stadium de Toulouse porque no había forma de que orinara. A Piqué le costó más superar el control antidopaje que batir a Cech. Mientras su hijo Milan correteaba de aquí para allá, subiendo y bajando el túnel de vestuarios con una camiseta de España en la que lucía su nombre y el 3 a la espalda. No se despegó ni un solo momento del balón. Ya acabado el partido, Gerard Piqué se dio el gusto de pasear por el área donde marcó uno de los goles más importantes con la selección, disfrutando de unos momentos de intimidad en un estadio vacío. “Mi hijo estaba en la grada con la camiseta de España, por eso le he saludado tras el gol”, recordó el central, todavía en el césped.

EL VALOR DEL EQUIPO // El otro héroe en Toulouse fue Iniesta. “¡Qué pase! ¡Qué calidad tiene Iniesta!”, dijo Piqué, mientras Busquets daba valor al gol. No solo por los tres puntos sino por lo que significa. “Estamos muy felices por él, todos sabemos lo que lleva detrás”, dijo Busi sin necesidad de aclarar demasiadas cosas. “¿El gol de Piqué? Me alegro por todos, no tengo más afecto por un jugador que por otro”, apuntaba Del Bosque, que no planea variaciones ante Turquía el viernes, pese a las difucultades para llegar al gol. “No nos ha ido tan mal en estos últimos años este estilo de juego. Es cierto que todos queremos marcar más goles y ser más determinantes en la parte final del juego, pero hasta ahora no nos ha ido nada mal”. H