La vida de Darijo Srna (Metkovic, 34 años) camina asociada a la tragedia. Sus lágrimas mientras sonaba el himno antes del Croacia-Chequia fueron impactantes. El capitán croata conoció la muerte de su padre por un cáncer después del debut ante Turquía, viajó al funeral y jugó ante los checos con la misma fuerza de siempre. Está acostumbrado al dolor.

Nada puede quebrar el corazón de Srna. Su familia fue destrozada en la segunda guerra mundial, su tía y su abuela fueron quemadas vivas por los serbios y tiene un hermano con síndrome de Down al que adora. También ha vivido dos guerras, el terrible conflicto de los Balcanes y la de Ucrania, cuyos efectos continúan.

“No me gusta mencionar la guerra. No se puede decir nada bueno de ella. Gente matando a gente, no hay más”, resume Srna, jugador del Shakthar desde el 2003. Conoce bien el tema. Su familia dejó Gornji Stopici (Bosnia) en 1941 cuando avanzaban las tropas nazis, pero toparon con los Chetniks, las sangrientas milicias serbias. Su padre, Uzeir, y su abuelo escaparon, mientras su tía y su abuela tuvieron un escalofriante final.

Verduras en el mercadillo // Uzeir se instaló en Sarajevo después de la diáspora balcánica y comenzó su carrera de portero. Tras pasar por el FK y el Zenica, se marchó al Metkovic, en territorio croata, donde conoció a su mujer Milka. Allí nació Darijo en 1982. La infancia del lateral fue dura. Odio, luchas étnicas, sangre...

El infierno de la guerra no acabó hasta 1995. Darijo ya destacaba en el césped y vendía verduras en un mercadillo para salir adelante.

Su familia era muy pobre y el fichaje por el Hadjuk Split fue una alegría, aunque tuvo que sobreponerse a las reticencias de siempre.

Un sector no le quería por su origen bosnio y musulmán, un factor que también se oyó cuando recogió el brazalete de Croacia. En el 2003 cambió Split por Donetsk, donde ha triunfado como lateral, la posición en la que le reubicó su técnico, Mircea Lucescu.

El capitán disputará hoy su 132º partido con Croacia, con cuatro Eurocopas y dos mundiales incluidos. Nadie en la historia de su país ha alcanzado esa cifras. El Beckham de los Balcanes, apodo que le viene por su eficacia en las faltas. H