Cinco años sin títulos es una eternidad para un grande de Europa. La imagen del sempiterno capitán Paolo Maldinilevantando laChampions en elOlímpico de Atenastodavía sigue impregnada en la retina de los aficionados 'rossoneri'. Ese simple gesto de alzar la 'orejona', tras derrotar al Liverpool en la final gracias al perpetuo olfato goleador de Filippo Inzaghi, se convirtió en el último instante donde experimentaron la sensación de ser los mejores. Nadie en Italia imaginó que aquello sería el preludio de una dolorosa caída, que parecía no tener fin entre la huida de jugadores y la supremacía de los eterno rivales del país. Tan solo laSupercopa de Europa del mismo año, la de Italia en 2011 y un campeonato de la Serie 'A' en la misma temporada figuran en el bagaje de un Milán que ha deambulado en los últimas campañas sin pena ni gloria por las diferentes competiciones de las cuales ha sido partícipe. Este miércoles, el club de la Lombardía logró volver a meterse en una final de un torneo del KO tras 3206 días sin hacerlo. Si hablamos de una de Copa, la cifra sube hasta los 4659. Nada más y nada menos que trece años. Toda una eternidad.

Por ello, se hace más que comprensible la euforia de la afición milanista tras la conclusión de un choque que no deparó ningún problema y que se convirtió en un trámite de principio a fin. Lo que un día llegó a ser rutina, ahora se ha convertido en 'il miracolo'. ElAlessandria de la Tercera División, que desplazó a 15 mil aficionados a San Siro, fue el invitado de honor en la fiesta de retorno de uno de los grandes del continente. El 5-0 que lograron los hombres de Mihajlovic se sumó al 1-0 cosechado en la ida, que provocó que la única incertidumbre surgiese en saber cuál será el rival en la gran final. Inter o Juventus, todo apunta a que serán los de Conte tras el 3-0 del Juventus Stadium, serán los encargados de medir el resurgir blanquinegro. "Nuestro objetivo este año sigue siendo levantar un título", aseguró el técnico croata.

Sin Dida en portería, recordando la pareja de centrales Nesta-Maldini, evocando el trabajo incansable de Gattuso y añorando el talento de Kaká, Pirlo y Sedoorf y el buen hacer de Inzaghi, enSan Siro conviven con un equipo con menos nombres, que no infunda el pánico de antaño pero que subsiste con la ilusión de recuperar el trono que un día fue suyo. De aquel equipo tan solo queda Christian Abiatti. "El hecho de que estuviese en la final de 2003 significa que me he hecho viejo", apuntaló entre risas el meta de 38 años.

AL SON DE BACCA

Ubicados en la sexta posición de la Serie 'A', el título liguero queda como una utopía. A 14 puntos de la Juventus, el gran objetivo pasa por alcanzar la plaza de Champions, a tan solo seis. 18 triunfos en los últimos 19 encuentros han propiciado que el sueño no resulte tan inalcanzable. Esa gesta pasará en buena parte por el hacer del colombiano y exsevillista Carlos Bacca, el gran estandarte con 13 goles de un conjunto que crece con el talento de Giancomo Bonaventura y las esporádicas aportaciones del díscolo Mario Balotelli, que tras marcar un tanto este martes se negó a celebrarlo y sigue cosechando más abucheos que aplausos.

Con ello, los blanquinegros conviven entusiastas sin dejar de lado un cierto temor. Pero a pesar de dicha incertidumbre de un equipo irregular que no acaba de generar confianza, este miércoles, la ciudad de Milán era otra. El ostracismo ha quedado en un segundo plano. Y es que en los bares de la Lombardía se ha vuelto a utilizar la palabra final.