Fueron las grandes estrellas del verano. Los jugadores que centraron toda la atención y que desataron el optimismo entre las aficiones de su nuevo destino. Acapararon todas las portadas en los medios de comunicación como las estrellas que definitivamente se iban a sentar en la misma mesa con Messi y Cristiano Ronaldo. Pero pasado el primer mes y medio de competición, las grandes expectativas han dado un giro y algunos ya comienzan a compararlos con una de las decepciones más destacadas de los últimos años, el fichaje de Coutinho por el Barça (120 millones más 40 en variables). Lo cierto es que a estas alturas del curso, Joao Félix (19 años), Antoine Griezmann (28) y Eden Hazard (28) no están a la altura de lo esperado. Aterrizaron en el Atlético, Barcelona y Real Madrid por 126, 120 y 100 millones de euros, en el caso del belga (el traspaso más caro en la historia del club de la Castellana), con algunos más condicionados a objetivos. Fueron operaciones muy complejas financieramente, que proporcionó a los jugadores contratos millonarios (6 millones netos en el caso del portugués, 9 el francés y 11 el belga), a la altura de la condición de estrellas que avalaron esos acuerdos. Cifras que requerían una respuesta inmediata dentro del terreno de juego y que no existe. De hecho, los tres fueron sustituidos en la última jornada y no aportaron muchas cosas a sus equipos.

Sus números en el césped no refleja esa condición de cracks. En ocho partidos oficiales Joao Félix suma 609 minutos, dos goles y una asistencia. En los mismos encuentros Griezmann, con 705 minutos, lleva tres dianas y dos asistencias. Hazard, lastrado por una lesión, solo ha disputado tres partidos, con 197 minutos acumulados, sin ver todavía puerta ni contabilizar asistencias. Simeone pide tiempo para el portugués, un tiempo que el argentino no le da sobre el césped porque es uno de los fijos en las sustituciones del entrenador rojiblanco. Deja detalles de estrella, pero recaló en el Atlético para hacer olvidar a Griezmann y no lo está consiguiendo. Se le ve aún verde para liderar una plantilla que tenía al Principito en un altar. Mientras, el Barça se aferra al trabajo sin balón y a los goles ante el Betis y el Villarreal para mantener la esperanza sobre Antoine. Por su parte, en la casa blanca no acaban de ver con la chispa necesaria a su gran incorporación estival.

Los 50 goles por curso que aseguraba CR7 es una losa para cualquier entrada en el equipo blanco. La apuesta por jóvenes talentos como los brasileños Vinicius y Rodrygo choca con el aterrizaje del belga, que quizás no juega en el puesto donde más rinde.