Cinco jornadas para el final. Dos partidos consecutivos en casa. Tres puntos de margen que defender sobre la frontera que marca la zona europea... Ya no hay excusas. La afición del Villarreal está obligada a darlo todo en las próximas dos semanas para empujar al Submarino hacia su quinta presencia consecutiva en la Europa League. No es un título, es cierto. Pero sí es el título del Villarreal, uno de los pocos equipos fuera del grupo de los considerados grandes que puede presumir de no faltar a su cita con las competiciones continentales en el último lustro. Ni Valencia ni Real Sociedad ni Betis, por citar a equipos incluso por encima de las posibilidades, por lo menos en el plano social, del club amarillo pueden decir de lo mismo.

Estoy convencido de que los aficionados del Villarreal estarán a la altura en las dos finales que se avecinan y que, como reconoce el propio entrenador del Submarino, Javier Calleja, pueden ser decisivas para zanjar de manera casi definitiva la clasificación europea. Quizá la idiosincrasia de la parroquia grogueta no sea la más apropiada para hacer hervir el Estadio de la Cerámica, pero ha demostrado estar capacitada para conseguirlo, sobre todo en dos partidos con los alicientes de los dos próximos en Vila-real.

La pasada semana, con el hándicap de una de las peores entradas de la temporada, la grada frenó al rival en los minutos más complicados. Ese es el camino ante el Celta y el Valencia. Y si hace falta, en el final de fiesta ante el Madrid.