José Mourinho y Claudio Ranieri reviven este domingo en Wembley su vieja rivalidad en la final de la Community Shield, la Supercopa inglesa, Manchester United contra Leicester. Será también el debut de Zlatan Ibrahimovic en un partido oficial con su nuevo equipo.

El pique de largo recorrido entre el portugués Mourinho y el italiano Ranieri nació en el Calcio y continuó en la Premier, con un epílogo doloroso para el extécnico del Real Madrid: el Chelsea lo despidió tras una derrota ante el Leicester.

SAL EN LAS HERIDAS

Ya en el 2008 ambos técnicos chocaron, cuando Mourinho entrenaba al Inter y Ranieri dirigía a la Juventus y, más tarde, al Roma. En ambas ocasiones el portugués le ganó el título al italiano. En el 2009 acabó en la Liga 10 puntos por delante de la Juventus y Mourinho hizo sangre: "Ranieri tiene la mentalidad de alguien que no necesita ganar".

El año siguiente, el Inter del autoproclamado 'The Special One'ganó el título por dos puntos ante el Roma que entonces conducía Ranieri. También le ganó la final de la Copa de Italia.

A propósito de la final de este domingo, Mourinho se ha mostrado todo lo displicente que ha podido aunque haya un título en juego: "No es más que un entrenamiento. Ni siquiera es un partido de verdad".

EL LEICESTER DE MUSA

El Leicester llega a esta final sin haber ganado ningún partido de preparación. Conserva de momento el bloque con el que ganó la Premier la temporada pasada, salvo la pérdida de Ngolo Kanté, que se ha ido al Chelsea, y se ha reforzado con el nigeraino Musa, proveniente del CSKA de Moscú y que jugó un partidazo ante el Barça, al que le marcó dos goles.

Mourinho, por su parte, releva a Louis van Gaal y su United presenta las caras nuevas de Ibrahimovic, Mkitaryan (que llega del Dortmund) y Bailly (Villarreal). El club de Old Trafford sigue a la espera de cerrar el fichaje de Paul Pogba, en lo que podría ser el traspaso más caro de la historia del fútbol: 125 millones de euros.

LÍO CON SCHWEINSTEIGER

Y está el conflicto con el alemán Bastian Schweinsteiger, al que Mourinho ha apartado y ha mandado a entrenarse con el filial en medio de un sonoro crujir de dientes en Múnich, donde nadie, con el presidente del Bayern, Karl-Heinz Rummenigge a la cabeza, entiende el trato que dispensan en Manchester a su antiguo ídolo.