De lo que pudo ser una cómoda victoria se pasó a lo que pudo ser una cruel derrota en el último segundo del partido con un balón al travesaño de la portería de Asenjo mandado por Leo Baptistao, un remate de Gerard Moreno en la última acción que se marchó milagrosamente fuera. El Villarreal volvió a dejar vivo a un rival que estaba con el gotero en la UCI y al que tuvo sometido durante 75 minutos. Pero esta vez contó con la inestimable colaboración de Munuera Montero. El colegiado andaluz masacró al Submarino con sus decisiones.

Con el 0-1, Carlos Bacca dispuso de la más clara oportunidad del partido pero perdonó el 0-2, con las manos de Víctor Sánchez ayudando a abortar el remate del colombiano. El Espanyol, aupado por el árbitro, resucitó. Antes, Munuera ya birló un gol legal de Enes Ünal, al que le señaló falta en una carga legal del turco. Después, una más que rigurosa falta de Víctor Ruiz a Gerard motivó el 1-1. El Submarino se fue de Cornellà con motivos sobrados de queja.

En Cornellá la mejoría fue notable, sobre todo en el juego defensivo, pero el gol sigue siendo el gran talón de Aquiles tras la marcha de Bakambu. Cornellá deja más cosas positivas que negativas y a ello hay que agarrarse para confiar en la remontada ante el Olympique de Lyón. La suerte tampoco está del lado amarillo. En la Europa League también hará falta un poco de ella para voltear el 3-1 de Lyón. El empate de ayer hay que tomarlo como positivo. El Villarreal dejó buen sabor de boca.

Cambio de sistema, cambio de actitud, cambio en la intensidad defensiva y cambio en la peligrosidad en ataque. Y solo cambiaron cuatro jugadores respecto al once de Lyón. Pero todo fue diametralmente distinto. Calleja entendió que era el momento de modificar su propuesta en beneficio de la confianza del grupo, un tanto dañada tras la dolorosa derrota en Francia en la Europa League. Del 4-4-2 en rombo se pasó a un 4-2-3-1, con la entrada de Javi Fuego como medio centro, formando tándem con Rodri, y Cheryshev y Raba más abiertos a bandas, con Pablo Fornals por detrás del Enes Ünal, el único delantero en el once.

Solo un pequeño tuneado, pero parecía otro equipo. Además, la intensidad fue totalmente diferente. El trabajo defensivo comenzó arriba de manera mucho más eficaz con el turco presionando y buscando las cosquillas a la zaga del Espanyol. Esa labor oscura de Ünal dejó un tremendo beneficio al equipo, lo que unido a la mejor coordinación en la presión en la medular y el oficio de Javi Fuego, redundó en la recuperación de una de las premisas básicas del fútbol y el primero de sus conceptos clave: la eficacia del juego defensivo. Sobre ese pilar se debía rearmar el Submarino.

NETA SUPERIORIDAD / El Espanyol siempre fue a remolque. En la primera parte no inquietó ni una vez a Sergio Asenjo. Por contra, los amarillos, muy bien asentados en el terreno de juego, no solo taparon las bandas en la contención con eficacia, sino que también las utilizaron con brillantez para buscar el área de Diego López. El primer aviso llegó a los cinco minutos en una jugada individual de Rodrigo, con pase atrás para Pablo Fornals, quien estrelló el balón en el poste.

El Villarreal controlaba plácidamente y se desplegaba con la sensación de que en cualquier momento podía llegar el gol. Llegó por medio de Ünal. Anulado. Pero solo hubo que esperar 25 minutos para que Rodrigo conectara un duro disparo desde la frontal que batió a Diego López. El 0-1 mejoró la autoestima dañada de los amarillos y les otorgó confianza. Intensidad máxima y buen ordenamiento táctico del Submarino, que también estuvo a punto en un par de contras de lograr el 0-2.

El Villarreal se acopló a la nueva idea perfectamente. A medida que pasaban los minutos, la progresión era notable. El Espanyol, por contra, no se sentía cómodo y parecía como sorprendido por el cambio de patrones en su rival. Al Submarino le habían tomado la medida con el rombo y la nueva disposición de los jugadores sobre el campo fue positiva. El Submarino mejoró todavía más en la segunda parte y mantuvo la línea de esfuerzo y solidaridad colectiva. Sergio Asenjo seguía cómodo en la portería. Y la pareja de centrales Víctor Ruiz-Álvaro se anticipaba siempre y no mostraba ninguna duda. Nada que ver con la vulnerabilidad de Lyón.

El equipo de Quique intentó despertarse y quitarse la presión asfixiante de los amarillos como pudo. El Villarreal aprovechó el despliegue de líneas de los periquitos para encontrar espacios a la contra. En uno de esos contraataques, Bacca pudo poner la puntilla en una buena acción individual del colombiano, que dribló a Diego López, pero se encontró con la oposición final de dos defensores, que primero trastabillaron al colombiano en un primer penalti obviado. Los brazos de Víctor Sánchez acabaron por evitar el segundo gol amarillo en otra posible pena máxima que se fue al limbo.

‘LOCURA’ FINAL / En el último cuarto de hora el guión cambió radicalmente. El Espanyol ya no se movió del campo del Villarreal. Su fuerte se basó en los centros al área, intentando vulnerar el espacio aéreo de los amarillos, que se mostraron fuertes. Pero la fina línea fronteriza del 0-1 dejaba abierto el partido. Y de lo que parecía una clara y fácil victoria del equipo de Calleja se pasó a lo que pudo ser hasta una derrota en 10 minutos finales de sufrimiento. Granero lanzó magistralmente un libre directo que se inventó Munuera Montero en el 83 --Gerard se dejó caer ante Víctor Ruiz. Superó la barrera y a Asenjo. La última acción del choque pudo ser catastrófica y hubiese firmado una nueva derrota si el examarillo Baptistao no estrella una volea en el travesaño y Sergio García y Gerard aciertan en los rechaces. Una locura final propiciada por los errores arbitrales.