La hora de Andy Murray llegó. Cerca de su casa, en Londres. El escocés cerró el círculo perfecto a un final de temporada magistral proclamándose campeón del Masters por primera vez y certificando el número 1 mundial que había arrebatado hace un par de semanas a Novak Djokovic.

Y lo hizo precisamente ante el tenista serbio al que venció por 6-3 y 6-4 con más facilidad de la que cabía esperar en la batalla entre los dos mejores jugadores del año que se han repartido 15 títulos. Ganar o ganar, esa era la cuestión. No había otra forma de graduarse como maestro en el O2 Arena con el número 1 final. Murray había estado sacando sobresalientes en cada examen, aunque faltaba la matrícula de honor. Sabía que no podía fallar si quería levantar el trofeo y bañarse bajo la lluvia de confeti que certificó su triunfo. «Has sido el mejor y te los has merecido, no he podido hacer nada», aceptó Djokovic. El exnúmero 1 fue el primero en reconocer el esfuerzo de Murray. Su esprint de los dos últimos meses, acumulando cinco títulos y ganando 24 partidos de forma consecutiva desde la final de Pekín a la de Londres.

Una temporada excepcional que empezó a fraguar tras conquistar el segundo Wimbledon, el oro en los Juegos Olímpicos de Río y ayer el Masters, por primera vez, para convertirse en el 17º tenista que acaba el año como número 1 desde que en 1973 la ATP hace la clasificación. «Es un día especial, increíble. Nunca habría soñado lograr este triunfo y acabar el año como número 1. Creí que no llegaría nunca», dijo el escocés tras su victoria. Un triunfo más cómodo de lo que podía suponer, pues Djokovic había llegado a la final más fresco. H