Hasta ahora, Mateo Musacchio siempre ha preferido pasar de puntillas por la tormentosa relación con, su exentrenador, Marcelino García Toral, una de las causas que desembocaron el pasado mes de agosto en el cese fulminante del técnico asturiano después de tres temporadas y media de idilio con la entidad amarilla. El argentino, desde entonces, ha preferido centrarse en el fútbol, en su regreso a un primer plano y en su, por fin, debut con la selección albiceleste --«muy feliz por poder defender otra vez a mi país»-- que le reclama de nuevo para los compromisos ante Brasil y Colombia del próximo mes de noviembre. Sin embargo, esta vez, ya con el equipo asentado en zona europea en la Liga y sin vestigios aparentes del terremoto del pasado verano, el central sí ha dejado su impronta y su sentir --además de algún que otro mensaje-- sobre el cambio de etapa en el Submarino. Felicidad y libertad serían los adjetivos con los que el jugador rosarino de 25 años califica el actual momento.

Musacchio no solo se siente «contento» por cómo le van las cosas en el plano personal. «La felicidad ha llegado al Villarreal y eso el equipo lo nota», apunta el defensa, ya convencido de que la normalidad se ha vuelto a establecer en el campo y en el vestuario del equipo, aunque asegura que nunca creyó que la crisis originada por el repentino cambio en el banquillo se alargara en el tiempo más allá de la eliminatoria de Champions perdida ante el Mónaco. «La verdad es que esperábamos estar como estamos. Después el fútbol depende de dinámicas y factores, pero este equipo lleva muchos años trabajando en la línea actual y no es casualidad donde estamos ahora», explica el central.

MÁS ALEGRÍA / Aparte del trabajo, Musacchio cita otra clave fundamental para entender la metamorfosis experimentada en tan solo dos meses con Fran Escribá como máximo responsable de la plantilla. «Ha llegado gente nueva, que está en un buen momento, y quizá hay más libertades», comenta. Para el argentino, el equipo se ha podido beneficiar de un estilo menos encorsetado que el de la etapa de Marcelino en el banquillo, algo que se nota, especialmente, en la faceta ofensiva: «La gente de arriba, más que nada, tiene esa libertad de lo que es el fútbol, de poder crear y poder jugársela en el uno contra uno. A veces sale, y cuando tienes tan buenos jugadores como tenemos nosotros sale más a menudo».

BENDITO RIESGO / Lógicamente, a mayor alegría ofensiva, más peligro para la defensa, aunque viendo los números de contención del Submarino --Sergio Asenjo es el segundo portero menos goleado de la Liga, solo cuatro tantos encajados-- vale la pena arriesgarse. «Los números reflejan que el equipo defensivamente está muy bien, así que seguiremos tomando esos riesgos», resalta.

Oyendo a Musacchio se podría sospechar que este Villarreal puede caer en un exceso de confianza por los buenos resultados. Junto al Madrid, el amarillo es el único equipo de las principales ligas europeas que no ha tenido que lamentar ninguna derrota en las dos competiciones en las que está inmerso. Pero el argentino deja claro que el equipo se mantiene con los pies bien pegados al suelo. «No nos volvemos locos. Es lindo verse arriba, pero esto es largo y solo pensamos en el partido siguiente. De eso se trata, de ir paso a paso», comenta el defensa, que ya está completamente centrado en el próximo examen de los amarillos, quizá exento del glamur que dan los duelos ante los Madrid, Barça, Sevilla, Atlético... pero con la misma dosis de dificultad sobre el césped.

EL PRÓXIMO RIVAL / Ipurua, el domingo, será el próximo escenario donde demostrar que un buen ataque no está reñido con un buen muro de contención como el que lideran, habitualmente, el propio Musacchio y Víctor Ruiz --«aunque defender es cosa de todos», recuerda--. «Será complicado, es un campo que aprieta», advierte el central argentino, preparado para ir a la guerra ante el Eibar: “Me gustan esos partidos; tienen otro sabor”. H