No eran truenos de una tormenta. Eran potentes petardos que estallaban en el cielo para celebrar los 10 títulos de Rafael Nadal en el Barcelona Open Banc Sabadell. Un homenaje al nuevo 10, el segundo de la temporada tras el Masters 1.000 de Montecarlo, conseguido por el indiscutible rey de la tierra de todos los tiempos. El double ten como ya se ha bautizado la proeza. La victoria número 375 en esta superficie, el 51º título, récord de récords, de un campeón único y seguramente irrepetible. «Es un sueño lo que me ha pasado en esta pista. Ganar esta copa 10 veces en el club que me ha visto crecer profesionalmente es increíble», dijo con el trofeo en brazos.

En las 10 finales disputadas sobre la central bautizada este año con su nombre, Nadal solo ha perdido un set (contra Ferrer en el 2008) y ayer volvió a dar una lección de tenis para vencer (6-4, 6-1) a uno de los rivales con más futuro en esa superficie. El austríaco Dominic Thiem, número 9 mundial, que llegaba con 10 victorias sobre tierra, era uno de los mejores rivales para medirse en el examen más exigente, que es el suyo. Y no se pondrá mala nota. En una hora y media certificó la victoria 53ª sobre la pista en la que siempre ha jugado desde su debut en el año 2003.

GOLPE DE AUTORIDAD // Nadal dio un golpe de autoridad sobre la mesa. «Hoy era un día para dar el máximo. Demostrar que estaba preparado para dar un salto de calidad, un paso importante ante un rival de máximo nivel, aspirante a ganar grandes torneos. El partido más exigente, y estoy feliz porque he dado el nivel que necesitaba», decía Rafa.

Thiem lo sufrió en sus carnes. El tenista austríaco entró en la pista dispuesto a plantar cara y amargar la jornada de Nadal. La batalla estaba anunciada. Nadie quería hacer concesiones y ambos respetaban al rival que estaba al otro lado de la red. El manacorí buscaba el revés de Thiem, el austríaco se defendía para poder colocar su potente derecha. Un combate de máximo nivel. El campeón contra el aspirante.

PLETÓRICO // Thiem logró el primer break point de entrada, Nadal lo defendió pintando líneas en cada punto y corriendo a por esa bola extra que desespera a los rivales. Como en sus mejores tiempos. Pletórico de fuerza y concentración, salvó el ataque. Después sería Rafa quien tuviera dos bolas para romper el saque del austríaco en el sexto juego, pero Thiem se defendía con fuerza, sin bajar los brazos, devolviendo golpes increíbles que encendieron las gradas de la central pese al frío. «Sabía que tenía que mantenerle detrás de la línea», explicó Nadal.

«EL MEJOR EN TIERRA» // «El primer set tenía una importancia vital, por eso lo he jugado con la máxima energía», indicó el español. Thiem aguantó, pero sin encontrar resquicios para atacarle. El saque y la derecha de Nadal imponían la música en el duelo y así se llegó al décimo juego, cuando Rafa aguantó. El pulso se mantuvo hasta ese décimo juego, cuando el manacorí concretó el primer break y ganó el set tras 50 minutos. Un golpe duro.

En la segunda manga, cumplido el objetivo, ya nada fue igual. Nadal mantuvo la misma presión, pero Thiem fue perdiendo la fe demostrada en del primer parcial. El austríaco veía a un gigante al otro lado de la red y, poco a poco, su juego perdió solidez, consistencia y precisión. Así, Nadal rompió el saque de Thiem (3-1) y repitió luego otra vez (5-1) para encarrilar el triunfo.

SATISFECHO // «Ganar 10 veces aquí y en Montecarlo es increíble», dijo Nadal. «Hoy he jugado contra el mejor jugador de tierra de todos los tiempos», reconoció en la entrega de premios Thiem, tras recoger un cheque de 227.000 euros (464.260 para Nadal) y apuntarse 300 puntos en la clasificación (500 para el campeón). Thiem y Nadal aparecerán hoy en el puesto quinto y noveno del ránking, pero convencidos de que están ambos a un gran nivel de juego y se verán pronto.