El de hoy es un partido grande al que el Comité Técnico de Árbitros le da un trato de pequeño. En un duelo de Liga de Campeones y con 10 árbitros internacionales en nómina, no se le ocurre ni al que asó la manteca designar a un colegiado -honrado como el que más-, que fue 16º y 18º clasificado en sus dos temporadas anteriores en Primera, a un paso del descenso, al que sigue siendo candidato en la actual.

A los que designan, teóricos adalides de la imparcialidad, les delatan los malos hábitos; en tres años, Prieto Iglesias ha arbitrado seis veces a los amarillos y siete a un buen puñado de equipos, y solo una al Barcelona y Real Madrid. Algo huele a formato rancio y aire viciado en una junta directiva arbitral que forman Sánchez Arminio (73 años), Enríquez Negreira (71), Franco Martínez (78), Martínez Banegas (87), Jiménez Muñoz (71) o Fernández Terente (71)…

Este partido reclamaba mayor solvencia y categoría en la designación; por su trascen-dencia y porque en la corte del rey Simeone el argentino intenta gobernarlo todo; el juego, la banda sonora de la grada y las decisiones arbitrales. Y hay mejores garantes que el trencilla navarro. H