Dicen que en la guerra vale todo. Y en la guerra que Neymar y su padre han emprendido contra el París Saint Germain no solo sirve no presentarse el día que toca de la pretemporada, ni siquiera reconocer que no quiere seguir jugando en el equipo francés, sino que también vale despreciarlo y reírse de él y de su historia.

La última barbaridad, calculada de Neymar, con vistas a seguir provocando el enfado (o aumentando el dolor y el desprecio) de su actual club, que le ha tasado, más o menos, en 200 millones de euros (lo compró por 222 al Barça), es reconocer públicamente, en su último acto antes de viajar a París y presentarse hoy al entrenamiento de su club, que el momento más feliz de su carrera «fue cuando, con el Barça, eliminamos al PSG de la Champions». Aquel inolvidable 6-1. Una declaración que deja claro que quiere salir de París y que su deseo está en volver al Nou Camp.