El CD Castellón volvía a Castalia. No era un regreso cualquiera: primer partido en casa tras más de seis meses y, encima, en Segunda A. Un día con el que muchos aficionados habían soñado, tras encuentros contra el Mislata o Recambios Colón; vivir las lacrimosas decepciones de Gavà, Haro o Tafalla; o, simplemente, temiendo que el partido más próximo podía ser el último en sus historia. No hubo fiesta, sin público en las gradas y, encima, el Málaga, con un golazo, obtuvo un afortunado triunfo en medio del silencio del coliseo de la avenida Benicàssim, al que nunca nos podremos acostumbrar.

La nueva normalidad obligada por la pandemia del covid-19 sigue sorprendiendo, como ver Castalia, un estadio que se ha llenado en partidos de Tercera, completamente vacío salvo por un puñado de privilegiados, justo cuando el Castellón ha dejado atrás su peor década y ha vuelto a Segunda A. El fortín puede ser menos fortín, justo cuando más falta hace en pos de esos 50 ansiados puntos.

Óscar Cano no tenía motivos para cambiar nada del equipo. Si en Ponferrada apostó por nueve de los titulares del encuentro del ascenso frente al Cornellà en La Rosaleda, el Castellón repitió once en su vuelta al fútbol profesional en Castalia, con la excepción de un lastimado Álvaro Campos, cambiado en la segunda parte de El Toralín, por Óscar Whalley.

El Málaga, tal vez el equipo más en construcción de la Segunda A, demostró personalidad. Dejó atrás su pobre estreno en Tenerife (2-0) y, pese a las idas y venidas de jugadores de esta semana, apagó la efervescencia local. Los albinegros contestaron con el primer aviso: robo en la medular, contraataque y Juanto Ortuño rematando defectuosamente un buen servicio de Marc Mateu.

Rafa Gálvez y, más aún, Eneko Satrústegui pudieron replicar prontamente a la obra de arte del chaval de apenas 19 años, pero no estuvieron precisos. El Castellón acentuó su dominio, pero el descanso se cruzó en su camino cuanto más tenía en cerrado en su territorio a los costasoleños, que mantuvieron la ventaja.

Metió mano Cano al equipo en el tránsito hacia la hora de contienda, ya que el dominio claro de los orelluts no se reflejaba en ocasiones ni en llegadas al área. Con Jordi Sánchez adentro, el Castellón ganaba un delantero y perdía un centrocampista como Rubén Díez. Luego puso más desequilibrio por la izquierda (Víctor García en lugar de Eneko Satrústegui) y un cambio de cromos (Gus Ledes, a jugar; Carles Salvador, a descansar), si bien el conjunto albinegro tardó en reasentarse y Óscar Whalley pasó por dificultades en un balón de Escassi que se le envenenó. César Díaz por Juanto Ortuño y Álvaro Fidalgo en detrimento de Josep Señé fueron las últimas soluciones del granadino.

El Castellón marcó de nuevo en el descuento, pero la no consecución del gol de César Díaz, en fuera de juego, no admitía discusión. Reacción tardía, a quien esta vez le faltó alguno más de los seis minutos que dio Sánchez López, con el Málaga con 10 por lesión de un jugador (le faltaba un cambio, pero ya había agotado el cupo de tres parones). Jordi Sánchez falló lo increíble y Dani Barrio detuvo como pudo el remate mordido de Gus Ledes. Álvaro Fidalgo agotó las opciones para, al menos, hacer menos doloroso el tropiezo. H