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@jfdelaossa

Ser de un equipo no es algo superficial, algo que a los no futboleros les puede costar entenderlo. No se trata solo de alegrarse con las victoria y apenarse con las derrotas. Forma parte de la vida de una persona, con recuerdos imborrables inalienables a la trayectoria vital de cualquiera. En mi caso, mi padre llevándome al viejo Castalia y pisando la pista de ceniza, recordar en esas fotos de color sepia aquella vez que salí al Pregó vestido de albinegro, la pared de mi habitación agujereada por los pósteres de Racic y de aquel Castellón de 1981, el regalo de carnet de socio de mi hermana justo en la temporada del último ascenso a Primera... Más adelante, conforme la trayectoria del club ha ido de mal en peor, perdiendo categorías, las frustraciones han sido mayores que el júbilo: ahí quedan las lágrimas de La Condomina, la rabia de Gavà, la resignación de Tafalla... Cuando uno es de un equipo, piensa que no hay otro como el suyo, que ha merecido más de lo que ha recibido, que las injusticias le han impedido aspirar a más... Bueno, es lo que pienso. Y pese al descenso administrativo, el expolio de Castellnou2005, las barrabasadas de David Cruz, los siete años en Tercera, las veces que nos hemos llevado chascos como el de ayer contra el Recambios Colón, compensa. Si no, no se entenderían los 12.800 socios, aun habiendo sufrido tantos y tantos desencantos como el de ayer, como el del miércoles...

En ocasiones, la reflexión viene de fuera. La televisión pública ya no es lo que era y, al final, en la lucha por la audiencia, hace lo que los demás: Madrid, Barça, Cristiano, Messi... Pero todavía hacen un servicio como el programa Conexión Vintage dedicado al Castellón, una genial forma de recordar cosas (algunas, incluso, que admito que no sabía) y, al mismo tiempo, enseñárselas a esas legiones de seguidores que un miércoles de abril, con partidos de Primera, van a miles, ataviados con sus camisetas, bufandas, gorras, a ver el Castellón-Borriol. La propia emisión del documental, sobre un equipo que lleva más de 25 años fuera de la élite y siete temporadas consecutivas ya en Tercera, habla de su trascendencia.

Pero llegamos al tramo final del ejercicio, ese que debe ser el último en la categoría, y estamos como al principio. Igual de sorprendente fue la remontada, como que el equipo se haya caído con estrépito en una semana, en el escenario más propicio posible: dos empates en Castalia ante un rival que casi era de Preferente (ya lo es) y otro que ya lo estaba. Ya no es solo la posición a la que acceda a los play-off, sino las malas sensaciones que transmite.

El cuerpo pide ahora criticar las decisiones de Sergi Escobar, con el pobre estado de forma de algunos futbolistas, con lo exiguo de una plantilla, por no haberla reforzado todavía más en su momento fiándolo todo a un plan A (que tu delantero centro no se te lesionara, por ejemplo)... Hay que centrarse solamente en lo reversible y rearmarse, porque el hechizo empieza a presentar sus primeras fisuras.

Mientras, José Miguel Garrido lleva semanas preparando su aterrizaje en Castalia. Aunque, oficialmente, no será hasta la junta de accionistas de dentro de siete días, el nuevo máximo accionista confecciona el proyecto de la temporada que viene (huelga decir que en Segunda B, sondeando a técnicos y futbolistas incluso de la categoría de plata). No obstante, su mano ya se empieza a notar, habiendo asumido, incluso, algunas decisiones.