El derbi por la cima de la Liga terminó en nada, en un empate sin goles y una noche de frustración ofensiva en el Wanda Metropolitano para el Atlético y el Madrid, a la espera de partidos más cercanos al nivel que desprenden sus plantillas, con menos respeto y más voracidad, cuando ya no haya ninguna excusa.

El Atlético visionó el derbi desde la verticalidad y la salida rápida. Sin explotar el vertiginoso despliegue que le ofrece un lateral como Renan Lodi, pero con la profundidad de Trippier, el regate de Víctor Machín, Vitolo, y la referencia que supone en ataque Diego Costa, también aún fuera de su mejor versión. El mejor fue Thomas en todo el primer acto. Luego decayó en el segundo.

El Wanda vivió un partido equilibrado, dentro de esa calma tensa que sostiene la atención en la que se mueve últimamente cada duelo entre ambos, con una lectura por momentos más cercana a la realidad del Madrid y otras veces del Atlético, que provocó un par de contragolpes con dos entregas fallidas impropias de este nivel. No lo aprovechó Bale. Kroos fue mucho más concreto: dos tiros y dos paradas de Oblak.

Aburrimiento del público // Las ocasiones de gol fueron una excepción, aunque la dificultad que conlleva desequilibrar defensas tan capacitadas sea indudable, o que Bale y la agitación de Correa, protagonistas de las escasas opciones en el primer cuarto de hora de la segunda parte, no terminen tan lejos del objetivo. Las del galés fueron a las nubes; la del argentino, de cabeza, por encima del larguero.

Quizá pensó entonces Simeone que mejor un punto que nada, aunque tampoco hubiera rastro de nada del Real Madrid en ataque. Entró Marcos Llorente y se marchó Joao Félix. Salió Luka Modric por Fede Valverde. El partido estaba pendiente de una individualidad entre tanto atasco, o nulidad ofensiva, camino del tramo definitivo. Hacía falta un desequilibrio casi inexistente.

La tuvo el ariete Karim Benzema, con un cabezazo que tenía pinta de gol, salvo para el cancerbero rojiblanco Jan Oblak, que se estiró para repeler la mejor oportunidad del encuentro, casi la única en su verdadera expresión, en una noche de total frustración para los dos equipos, empatados 0-0 y por consolidar.