Los minutos previos al encuentro de Copa entre el Villarreal y el Espanyol dieron lugar a muchos reencuentros de jugadores que han militado en los dos bandos durante sus carreras profesionales. Así, en el bando local, Gerard Moreno volvió a ver a varios de los que hasta el pasado verano fueron sus compañeros en el cuadro perico, en el que también militaron Álvaro González, Víctor Ruiz o Javi Fuego, y en el que ahora están los Hernán Pérez o Borja Iglesias, los dos con pasado en el fútbol base groguet y, en el caso del paraguayo, también en el primer equipo del Submarino.

Estos dos fueron titulares, al contrario que Diego López y Leo Baptistao, para los que no era desconocido el banquillo de La Cerámica, aunque ni uno ni otro, sobre todo el portero, estuvieron demasaido acostumbrados a la suplencia durante sus etapas en el Villarreal.

La fría noche en La Cerámica se hizo algo más inhóspita con los tantos del Espanyol, que congelaron aún más los ánimos en la grada y en el palco, donde los rostros de preocupación de Fernando Roig, Roig Negueroles, Llaneza, Marcos Senna o los consejeros Sarrión y Llorca lo decía todo. El semblante, por fortuna, cambió en la recta final, tanto en la zona VIP como entre la afición.

¿Un mal presagio?

Para los supersticiosos, justo cuando el autocar del Villarreal accedió a la calle del estadio, la iluminación de las calles adyacentes sufrió un apagón. ¿Mal presagio? Por suerte no duró todo el partido.