Muchas, muchísimas cosas han pasado este verano en el Castellón. Parece mentira, pero aún no han pasado ni dos meses desde que se quedase a un penalti de regresar a Segunda B. Aquella tarde de Gavà continúa fresca en la memoria de cualquier albinegros, una pesadilla revivida una y otra vez. Ha costado, pero toca levantarse. En esas está todo el mundo, incluido un vestuario que ha sufrido una profunda remodelación. Se marchó Kiko Ramírez y también jugadores importantes (Campos, Castells...), con lo que aquel equipo que se quedó a 11 metros de subir, poco a poco se ha ido diluyendo. Incluso podría quedar todavía más reducido, porque el Castellón está pendiente de saber qué sucede con Carlos López, otro de los que participó en la épica y aciaga tarde de La Bòbila, una vez Meseguer ya ha rescindido su contrato.

El Castellón de esta temporada diferirá bastante al de la pasada campaña. Aunque siguen los Guille Vázquez, Arturo, Marenyà, Ramos, Juanfran, Jesús López y un recuperado Fonte, este es un equipo sensiblemente rejuvenido que apostará por un fútbol más estético. Ese es el punto de partida para alcanzar el título de campeón de grupo, que daría dos oportunidades, en lo que se presume una temporada igual o, incluso, más larga (y dura) que la más reciente.