El increíble autogol del portero marroquí Aziz Bouhaddouz propició un subidón tremendo en el debut de Irán, la voluntariosa selección dirigida por Carlos Queiroz, que acabó manteado por sus jugadores. El conjunto asiático es el líder del grupo y el próximo rival de España. El extécnico del Madrid (Mozambique, 65 años) es toda una institución en la república islámica, donde entrena desde el 2011, olvidando fracasos antiguos en destinos como el Madrid.

Lejos queda ya la volcánica etapa en el equipo blanco. Florentino confió en él hace 15 años. El superagente Jorge Mendes convenció al mandatario del valor de Queiroz, que era entonces ayudante de Ferguson en el United. Antes había dirigido a las selecciones de Sudáfrica (2000-02), Emiratos Árabes (1998-99) y Portugal (1991-93), además de clubs como el Sporting de Lisboa, el Nueva York Metro Stars y el Nagoya Grampus de Japón. Nunca tuvo miedo a probar experiencias.

Florentino fulminó a Vicente del Bosque en busca de un cambio de estilo pese a lograr tres títulos en su último curso. No empezó mal Queiroz, pero acabó fatal. Solo ganó la Supercopa de España. El Mónaco de Morientes eliminó al Madrid en cuartos de la Champions y el Zaragoza alzó la Copa ante los blancos, que acabaron en la cuarta posición de la Liga con cinco derrotas consecutivas, un récord histórico.

Quedó muy tocado el técnico, que buscó refugio de nuevo en el United (2004-08) junto a Ferguson antes de dirigir a la selección portuguesa (2008-10) y a Irán, donde es un hombre feliz. Con un trabajo excelente desde la base, impulsando el fútbol en las categorías inferiores, ha construido un bloque admirable. Fue campeón de Asia y ya participó en el Mundial de Brasil.

Estratega y reflexivo, Queiroz preparó ayer el partido a puerta cerrada en la ciudad deportiva del Lokomotiv de Moscú. «Ganar a Marruecos fue como ganar la final del Mundial. Ahora, el partido ante España es como el universo de las finales porque es el universo contra nosotros», exageró el preparador. La victoria ante Marruecos apaciguó los problemas de una selección que tuvo una preparación convulsa. Algunos rivales no quisieron jugar amistosos contra Irán, que también sufre el boicot de Nike y Trump por cuestiones políticas. Los jugadores han tenido que comprarse sus botas de fútbol, pero se han hecho más fuertes.

Océano, el fiel ayudante

Queiroz ha apartado los temas políticos. Solo quiere centrarse en el balón. «España es un equipo fantástico. Tiene los mejores futbolistas y la mejor técnica, pero eso por sí solo no gana un partido», avisa. A su lado se encuentra Océano, jugador de la Real entre 1991 y 1994. El antiguo mediocentro, que se enfrentó a Hierro en su etapa en España, está entusiasmado. «La gente no se imagina cómo se vive el fútbol en Irán. Nuestra victoria la celebraron 88 millones de personas. Teherán fue una locura».

Para ganar a España, Océano tiene solo una receta. «La clave está en no dejarles pensar». La presión asfixiante será la baza de una selección que también alucina con el despido de Lopetegui poco antes del torneo. «Es algo que nadie esperaba».