El vallista hispanocubano Orlando Ortega disputa hoy la primera de las tres carreras de 110 vallas que pueden llevarle a ondear la bandera rojigualda en el estadio Kahlifa el próximo miércoles. Ortega parte con la tercera mejor marca mundial del año, conseguida tras un cambio radical en su vida familiar y deportiva después de la derrota el pasado invierno en el Europeo indoor de Glasgow.

Orlando significa: aquel que da gloria a su país. ¿Cuál es el país al que Ortega glorifica? Los cubanos de origen como el vallista Ortega, nacido en Artemisa, conservan su nacionalidad cuando obtienen la española, pero únicamente pueden representar a una bandera en competiciones internacionales. El hispano-cubano, segundo en los Juegos de Río 2016 en la final de 110 vallas, se acercó a la grada del Engenhao, el estadio olímpico, y alguien le ofreció una bandera cubana para dar la vuelta de honor. La rechazó y pidió una rojigualda, lo que provocó un torrente de críticas desde el otro lado del Atlántico.

Ortega es el penúltimo atleta cubano nacionalizado por carta de naturaleza para mayor gloria del deporte español. En los Juegos de Londres 2012 fue sexto representando a la isla caribeña y tuvo que esperar los tres años de franquicia impuesta por la Federación internacional y el COI para competir como español.

Como Niurka Montalvo y Joan Lino en su día, el vallista, que creció entre cafetales en Artemisa, se siente tan español, o más, que el resto del equipo nacional. Educado en la utópica revolución castrista, Ortega muestra con fervor su nuevo patriotismo. La nacionalización de atletas cubanos ha dado buenos resultados en general. Montalvo fue campeona del mundo por un centímetro en salto de longitud en Sevilla 1999 y Lino consiguió un redentor bronce para España en los Juegos de Atenas 2004.

Pero el plusmarquista español de 110 vallas no ha mejorado su marca desde su etapa cubana: 12.94 segundos en el 2015 en el parisino estadio de Saint-Denis, registro que le sitúa entre los 12 mejores vallistas de siempre. Tras residir en Madrid y València, y tras su frustrante cuarto puesto en el Europeo de pista cubierta de Glasgow, se mudó al Chipre de Antonis Giannoulakis, técnico del campeón de 60 vallas en Glasgow, Milan Traíkovits. El cambio le ha sentado bien. Ha ganado 12 de sus 15 carreras este año y con 13.05 en Lausana está a una centésima de su récord de España.