El 10 de diciembre del 2018, el CD Castellón sorprendía con la elección del tercer entrenador de la temporada. Despachado el del ascenso a la cuarta jornada (Sergi Escobar) y también su extraño heredero (David Gutiérrez), el club, entonces dirigido por José Miguel Garrido, escogía a Óscar Cano, un técnico con una particular propuesta futbolística que no parecía encajar en las urgencias de un equipo que solamente había ganado un partido de 16. Cano no solo salvó una papeleta que parecía una auténtica quimera, sino que está a punto de soplar la primera vela de la simbólica tarta al frente del infernal banquillo de Castalia con un Castellón en segunda posición, líder hasta hace unos días.

La fría estadística refleja que, en esos 37 compromisos ligueros, los orelluts presentan un balance favorable de 14 victorias, 17 empates y solo 6 derrotas (esto es, el 53,1% de los puntos), con 45 tantos a favor y 30 en contra. Sin embargo, preguntado ayer sobre un análisis de este primer aniversario, el granadino priorizaba el legado futbolístico que, a su juicio, ha empezado a forjar, por encima de la salvación o la privilegiada clasificación actual.

«Doy las gracias a todos los que permitieron que yo estuviera aquí, a la anterior dirección del club junto a la que ahora lo preside: todos estuvieron de acuerdo en que viniera», arrancó. «Fui muy bien acogido, pese a lo complicado de la situación; sobre todo por la plantilla: cómo creyeron en mí, por sus elogios públicamente y a nivel íntimo, cómo nos hemos ido convirtiendo en una gran familia que pasó por una situación muy fea...», desarrolló. «Si algo tengo que destacar no es el haber mantenido la categoría, que es muy importante, con unos números extraordinarios, sino haber contribuido a que todo el mundo esté en comunión», ahondó el andaluz.

TENIDO EN CUENTA // «Me siento muy a gusto, en un sitio magnífico: mi voz tiene peso aunque no es la que se decide», incidió. «Se me tiene en cuenta incluso para alguna cosa del fútbol base, algo que me llena de responsabilidad y de alegría», refrendó. «Somos un club que va a llegar a donde tiene que llegar, conmigo o sin mí», afirmó. «Espero algún día poder sentirme orgulloso de lo que se ha construido aquí, de haber sido una pieza más dentro de ese puzle que había que montar», recalcó. «Son todo alabanzas: en las malas nos hemos mantenido unidos y ahora, en las buenas, las estamos disfrutando», manifestó.

Pero de lo que más contento está, es de ese ADN que ha implantado: «Tratamos de tener algo que pocos clubs tienen, que es identidad, que se nos reconozca por algo, una marca futbolística...».

Una filosofía competitiva, ahí están los resultados. La primera derrota llegó el domingo, lo que ha marcado la semana. «El equipo se ha tomado la derrota con normalidad, porque lo que no era normal era estar tantísimos partidos invicto», opinó. «Esta es la realidad de la competición: tendremos que seguir perdiendo, aunque esperemos que sean pocas veces», aseveró Cano. «Somos uno de los que mejor hemos hecho las cosas en estas 15 jornadas: solo tenemos un equipo por encima, es una situación idílica, soñada, inesperada...», destacó. «Vamos a luchar por mantenernos en esos puestos, pero si salimos, nos hemos ganado el privilegio de estar cerca», consideró.

Lo que no le gustó nada «es que no hemos podido entrenar de la mejor forma posible, por distintas causas (la lluvia, una serie de acontecimientos en los campos en los que entrenamos...), aunque eso no debe ser excusa ni va a deteriorar el rendimiento que vamos a dar el domingo».