En su tercer y quién sabe si último año, Ernesto Valverde ha dado un paso al frente. Es el mismo de siempre --discreto, conciliador, hombre de club--, pero al mismo tiempo se ha transformado en un entrenador más intervencionista, con la valentía para abrir la puerta a jóvenes ilusionantes. Ansu Fati, ahora olvidado porque están los cuatro fantásticos sin lesiones, es su gran obra, seguido del valioso Carles Pérez, aunque el mayor cambio es que Valverde ha roto con el tradicional status quo que imperaba, acabando con jerarquías que parecían inamovibles en un vestuario con muchos años de convivencia.

Ya desde el inicio, en aquel caótico verano que llevó a la plantilla de Japón a Estados Unidos pasando antes por el Gamper, el técnico emitió señales del cambio. Y escogió a Ivan Rakitic, uno de sus más fieles soldados en las dos primeras temporadas, para visualizar el nuevo orden. «Es un jugador importante, lo ha sido. No sé si lo será esta temporada. Ahora vendrán nuevos futbolistas y tendrá que ganárselo como cada año. El tiempo va pasando», proclamó entonces. Y ha sido fiel a esa nueva manera de gestionar el vestuario que ha permitido descubrir al nuevo Valverde.

Kilómetro cero

Un técnico que ha mantenido casi intacta la estructura defensiva, pero que ha firmado una verdadera mutación en la sala de máquinas del Barça. Busquets y Rakitic eran innegociables; ahora son piezas prescindibles. Busi ha sido suplente en tres de los partidos y en dos de ellos ni siquiera se quitó el chándal, mientras el croata es la última opción del centro del campo. Algo similar pasa con Arturo Vidal, en un escalón superior al del croata.

El mando del equipo lo lleva Frenkie de Jong, a quien Valverde ha hecho jugar en las tres posiciones, siendo esa la mayor mutación vivida. El nuevo equipo se construye en torno al holandés, escoltado por Arthur, a quien el técnico le ha conferido un rol más protagonista que en su primer año. Sobre todo porque el brasileño resiste hasta el minuto 90, algo que no ocurría antes. Sergi Roberto va y viene.

Ataque

Arriba, en el ataque, aún debe Valverde deshacer el nudo Griezmann, al tiempo que tiene que alejarse emocionalmente del frustrado retorno de Neymar. No tanto por él sino porque Messi y Suárez confiaban durante todo el verano en el reencuentro con su viejo amigo brasileño. Acabó el largo mercado y a quien, finalmente, tenían a su izquierda era a Antoine y no Ney. En realidad, ni se conocen. Por una razón (lesiones musculares de Leo y de Luis) o por otra (decisiones tácticas de Valverde), tan solo han formado el tridente titular en 4 de los 12 partidos oficiales del curso.