La historia no puede ser más enternecedora y bella. Cuando el piloto italiano Marco Simoncelli, de 24 años, falleció, hace ahora seis años (23 de octubre de 2011) en el circuito de Sepang, durante la celebración del Gran Premio de Malasia, la familia del que muchos consideraban ya entonces el auténtico heredero de Valentino Rossi recuperaron todos los enseres del joven piloto, menos su guante izquierdo. Paolo Simoncelli, que ahora ha vuelto al Mundial de Moto3 con un equipo en recuerdo de su hijo, poseía, hasta ahora, en el museo del fallecido icono, su moto, sus botas, su mono, su casco y el guante derecho, pero no el izquierdo.

Resulta que una ferviente y casi enfermiza seguidora de Marco Simoncelli, como tantas y tantas que hay por el mundo amando y venerando todo lo que significa y recuerda a los grandes mitos, vivos y muertos, del motociclismo mundial, supo que aquel guante izquierdo se lo había quedado, como recuerdo, uno de los cinco comisarios de pista que había, en aquel momento, en el punto del trazado de Sepang donde se produjo el mortal accidente. Es más, ese comisario, poco después, puso en venta, en internet, el guante pero, al parecer, nadie se creyó que fuese auténtico y nadie pujó por él.

La emoción de los padres de Marco

La aficionada de Malasia no cesó, durante los siguientes años, por encontrar y averiguar dónde estaba ese guante y, sobre todo, localizar al comisario que pretendía hacer negocio con él. Finalmente, hace poco más de dos años, lo encontró, fue a verlo y, al parecer, se lo compró. Nadie sabe por cuánto. Ni es necesario saberlo. Lo cierto es que la chica se ha pasado los dos últimos años tratando de encontrar, sin conseguirlo, la manera de donar ese tremendo recuerdo, único y valiosísimo para papá Paolo Simoncelli y la familia del joven piloto italiano.

Finalmente, según relata Paolo al diario Corriere della Sera, donde no cuenta toda esta historia, sino simplemente cómo recuperó el guante, la muchacha dio con el padre del piloto. "Al llegar al aeropuerto de Kuala Lumpur, el domingo anterior a la carrera de Sepang de este año, una chica nos asaltó cariñosamente a la salida de la sala de equipajes y, muy, muy, muy emocionada, nos hizo entrega de la única pieza dela vestimenta de Marco que nos faltaba. En efecto, era el guante izquierdo de Marco, la pareja que nos faltaba. La emoción que sentimos mamá Rossella y yo fue realmente indescriptible, rompimos a llorar. Seis años después volvíamos al lugar donde se había matado nuestro hijo y recuperábamos el único objeto, recuerdo, que nos faltaba. Fue, sin duda, el regalo más absurdo y maravilloso que hemos recibido nunca”.