Solo espero que esa Ducati, que ahora es un auténtico cohete, le vaya bastante peor a Jorge (Lorenzo) el próximo año, de lo contrario estamos jodidos», decía ayer Marc Márquez, el muchacho que con su cabeza y arrojo ha mantenido la tradición de que, en la foto de final de temporada, esa en la que los tres campeones del mundo posan como Jesucristo, con los brazos extendidos en la cima de la montaña dorada, haya, al menos, un piloto español. La última vez que eso no ocurrió fue en el Mundial del 2008 con Valentino Rossi, Marco Simoncelli y Mike Di Meglio.

Márquez está tan convencido, como el resto del mundo, como los 2.000 habitantes del paddock, que el duelo que viene en el 2017 será el mismo que se produjo ayer en Valencia ante 110.050 apasionados aficionados: él, Marc Márquez, el campeón y tricampeón más joven de la historia de MotoGP, contra el prodigio mallorquín, Jorge Lorenzo, el chico que persigue los récords de Giacomo Agostini, Valentino Rossi, Ángel Nieto y Mike Hailwood, los únicos que le preceden después de lograr, ayer, su victoria nº 65.

LOS TRICAMPEONES Y EL RESTO // La escena previa a la traca final, encendida al unísono por los campeonísimos Márquez, Johann Zarco (Moto2) y Brad Binder (Moto3), fue una demostración más de que aquellos que quieren permanecer en la historia, es decir, el ya mítico Rossi, el eterno candidato Dani Pedrosa, el viejo rockero Cal Crutchlow, los siempre prometedores Andreas, Dovizioso y Iannone, y el rebelde Maverick Viñales, van a tener que pasarse muchas horas en los gimnasios, estudiar miles de vídeos y rezar para que sus motos estén a la altura de los corceles que montarán Márquez y Lorenzo.

Porque si, como muchos temen, Honda ha dejado de equivocarse y Ducati ha fichado a un tricampeón para asaltar el título de forma definitiva, el resto, cierto, extraordinarios, incluso ganadores, pues, en este 2016 que despedimos han ganado todos, van a convertirse en meros espectadores del mano a mano más espectacular de las últimas décadas. Sí, sí, Rossi volvió a estar ayer en la lucha, cierto, pero acabó fuera del podio, no gana desde Montmeló y no campeona desde el 2009. Pedrosa se cayó. Como Crutchlow. Viñales, sí, sí, también, estuvo en la pomada pero no llegó. Iannone peleó contra el Doctor como si le fuese el título ¡hermosa pelea, cierto! y Dovi volvió a rendirse antes de hora, justo quince días después de ganar tras siete años de sequía. Pero ellos, los tri, Lorenzo y Márquez, convirtieron la carrera de despedida del año en pura poesía. Cada uno en su estilo, cada uno con su cartapacio, cada uno con lo que son y representan, el tricampeón que permanece y el tricampeón que viene a romper esos récords que, tal vez, el mallorquín no logre a destruir del todo.

MÁRQUEZ, EL FUTURO // Con seis años menos, Márquez (23) tiene todo un mundo por delante para ser aún mejor, más brillante y laureado que el portentoso Lorenzo (29). Y, sí, la carrera arrancó en Cheste como suelen arrancar los grandes premios que gana Lorenzo, que ayer volvió a culminar su grand slam particular (pole, vuelta rápida y victoria). Pero la carrera terminó como finalizan las grandes gestas, que ya son un montón, de Márquez, con riesgo, con exhibición, con adelantamientos suicidas, con interiores espectaculares y metiendo el miedo en el cuerpo a Lorenzo. «Si el GP tiene una vuelta más, me pasa», reconoció el mallorquín. «Me ha faltado una vuelta ¡solo una!, pero Jorge ha estado fantástico y dominador durante todo el gran premio», confesó el nen de Cervera nada más bajarse de la moto en Cheste.

FINAL FELIZ // Lorenzo asegura que, antes de la carrera, Márquez le daba mucho miedo. «Pero, por suerte, se produjo la salida ideal para mí: yo salgo disparado, como un tiro y el se queda clavado. Yo ruedo en tiempo récord, en vuelta rápida, en los cinco primeros giros y a él lo entretienen Rossi, Viñales, Dovizioso y Iannone. Yo me escapo y él debe recuperar», y cuando Márquez puso la directa tras desembarazarse de todos y aprovecha su neumático más duro delantero, Lorenzo ya tenía suficiente ventaja para «sufrir, sí, mucho», decía ayer, pero también para coronarse rey de la traca final. Una traca que no significa el adiós definitivo, pues los pilotos probarán estos días el material del 2017 en Cheste. H