Se volvió a estrenar el Villarreal en la Europa League. Debut contra un segunda división suizo, que generó más apreturas de las esperadas, con siete cambios en el once groguet. Un Submarino obligado a ganar y que se tuvo que atar bien las botas para no defraudar. Se notó, en el Villarreal, que los nuevos necesitan de mucho rodaje para evitar los desajustes e interiorizar los mecanismos de presión y basculaciones, como quedó demostrado en el 0-1, que fue un golazo. Eso sí, fruto de un regalo local.

La pelota, en el fútbol, no entiende de categorías. Por suerte sí de calidad, pues le gusta que la traten bien en su libre rodar. La esencia ayer la destilaron dos hombres, Pato y Jonathan. El primero, inocente en sus dos primeros remates, puso el centro de la diana en la portería, tras asistencia del segundo. Faltaba lo mejor, el gol de fútbol sala, un tuya-mía, mía-tuya que fabricó la conexión brasileña-mexicana. Una sociedad que brilló durante los minutos en los que el Villarreal se encontró consigo gracias a la velocidad, la calidad y el acierto en la presión y la recuperación.

En fin, una noche de golazos que sirvieron para la remontada en un partido más apurado de lo que cabía esperar. El Villarreal sigue en rodaje. H