No podemos estar en la cabeza de Escribá para saber si el técnico ya pensó el once de San Mamés antes del último parón o fue producto de las circunstancias, pero está claro que los compromisos internacionales de algunos jugadores clave influyó. La pasada semana aguantamos toda clase de críticas salidas del Bernabéu en dirección a la RFEF por la lesión de Morata en el último amistoso de la Roja. O los lamentos del barcelonismo por la que consideran la clave del 0-0 ante el Málaga: la ausencia de Messi. Como si el Barça no tuviera bastante con una plantilla que le cuesta una media de 6,5 millones por futbolista —a 600.000 euros sale la del equipo andaluz— para suplir a su estrella.

En el Villarreal no hay quejas, aunque en ocasiones ha habido motivos para tenerlas, como cuando Bakambu tuvo que hacer más de 10.000 kilómetros de ida y vuelta a su país lesionado, o cuando la albiceleste devolvió a Musacchio lesionado, la pasada temporada. En el club amarillo saben que tener a sus jugadores con las selecciones es prestigio. Dos de ellos hicieron más de 30.000 kilómetros la pasada semana para no jugar ni un solo minuto. Musacchio y Bakambu lo pagaron ayer con un descarte y un banquillo. Jonathan también pagó con la suplencia los 20.000 kilómetros para jugar solo 90 minutos. Zúrich pesó a la hora de confeccionar el once, pero también el cansancio de los viajes. Por desgracia, esta vez hubo daños colaterales.