Ahora que salvo mayúscula sorpresa el ciclo de Paco López se ha acabado en el Villarreal, es un buen momento para hablar de él. En estos casi cuatro años que ha defendido a la cantera en el tercer y segundo equipo ha dado tiempo para conocer algunas de las virtudes que atesora un técnico que ha primado siempre los intereses del club sobre los de su equipo o los suyos propios.

Paco López es un rara avis en el fútbol, un tipo normal al que el ego y la tontería no se le han subido a la cabeza. Pocos hablarán mal de él y menos si cabe, sus jugadores. Como técnico del filial apostó entre otros por Rodri, Adrián Marín o Pedraza cuando eran juveniles, siendo parte importante en su carrera hacia la élite. También guió los primeros pasos de Leo Suárez en el fútbol patrio, sobre todo la pasada temporada, cuando trabajaba a diario a sus órdenes. Si alguien duda sobre la importancia del entrenador en estos jugadores, que pregunte a los protagonistas.

El principal cometido de un técnico de base es el de promocionar futbolistas, aunque en un club de la exigencia del Villarreal también son necesarios los resultados. La pasada temporada estos fueron excelsos, pero en la actual, pese a que hasta ayer se mantuvieron las opciones de play-off, no se han podido repetir. Ha pasado factura que emigró buena parte de la plantilla anterior y también la menor experiencia del grupo, pero pese a estos números, pocos o nadie hablarán hoy mal de un pedazo de entrenador.