En una semana perfecta (nueve puntos de nueve posibles), el Barça ha lanzado un poderoso mensaje en la Liga. Quiere defender su corona hasta el último suspiro, obligando al Madrid, empatado a puntos (ambos tienen 81), pero con un partido menos los blancos, a no fallar. Ha sido una semana perfecta e inmaculada (tres partidos, tres victorias, una en el clásico, otra en el derbi, 13 goles a favor y tres en contra), que no oculta, sin embargo, la irregularidad del campeón, sobre todo en los estadios teóricamente más asequibles. El Barça ha sido indestructible en los grandes escenarios, pero inexplicablemente vulnerable cuando ha pisado campos más sencillos.

Ahí, y no en otro sitio, es donde el equipo de Luis Enrique se ha complicado la vida de tal manera que no depende de él mismo para revalidar el título liguero. De momento, tiene esperanzas por ese inolvidable gol de Messi en el último instante en el Bernabéu que le enganchó desesperadamente a la Liga. Luego, no ha vuelto a fallar, aunque no puede dejar de torturarse por los fallos de Riazor y, sobre todo, en Málaga cuando el Madrid había cedido un punto en el derbi contra el Atlético. Esa trayectoria tan poco fiable del Barça le lleva a vivir ahora pendiente del error blanco. Es, por lo tanto, la misma situación de la pasada campaña, pero con los papeles totalmente cambiados. Hace un año, el Madrid obligó al Barça a no tener ni un solo resbalón si quería ser campeón. Y no lo tuvo el equipo de Luis Enrique, completando un final de Liga 15-16 impecable, sumando los últimos 18 puntos en juego, con un rotundo marcador de 26 goles a favor y uno en contra. El Madrid, que tiene el exigente y complicado duelo europeo con el Atlético en la semifinal de la Champions (mañana en el Bernabéu y dentro de una semana en el Calderón), sabe que los culés apretarán al máximo.

EL MENSAJE // «Tenemos que seguir trabajando y esperar que el Madrid falle», admitió Piqué, quien ya había confesado tras el triunfo en el clásico que esta Liga estaba tan difícil por «las tonterías» que había hecho el Barça. «El hecho de que sigan en la Champions puede hacer que pierdan puntos en la Liga. Hay que creer hasta el final», recalcó el central en un mensaje que asumen todos. Desde Luis Enrique hasta el último jugador. No le queda otra opción después de ganar en San Mamés, Mestalla, Sánchez Pizjuán, Calderón, Bernabéu y Cornellà, pero perderlo luego en Balaídos, Villamarín, Riazor y La Rosaleda.

Tal vez no sea ninguna casualidad que el Barça sea más sólido, estable y reconocible cuando Luis Enrique haya retornado a la tradición del 4-3-3. Ese regreso a lo convencional, después de la arriesgada apuesta del 3-4-3 para superar el drama de París, no solo ha permitido la recuperación de Jordi Alba sino que además potencia al tridente, que se reencontró cerca de su mejor versión en Cornellà-El Prat.

Messi puso el juego -enloqueció al Espanyol porque creía tenerlo detectado en la primera parte, pero se desató en la segunda-, Neymar enriqueció al Barça con sus regates y Luis Suárez, tras un mes sin marcar, recuperó la puntería: dos tiros a puerta, dos goles y el derbi liquidado en un par de errores pericos. Entre los tres suman 67 tantos, más que 18 equipos de Primera. Solo el Madrid anota más que el tridente, aunque entre los peros de los tres tenores aparece el apagón que tuvieron ante la Juventus.