Asegura Zidane que sus jugadores respetan a los árbitros, pero no parece que lo hagan con los futbolistas del Villarreal. Así quedó demostrado en un momento en el rondo de ayer, cuando Carvajal le dio al balón con la mano y sus compañeros afirmaron que el balón venía de un rebote, en medio del cachondeo general.

Ocurrió en un rondo en el que el defensa tocó el balón. Los jugadores que le acompañaban, inmediatamente gritaron: «¡Penalti, penalti!». Mientras el infractor se defendía diciendo que la tenía pegada al cuerpo, Ramos intervino para decir que se trataba de un rebote, como sucedió en la acción en la pena máxima de Bruno. «Viene de un rebote, viene de un rebote», insistía el central, a la vez que golpeaba junto al resto de sus compañeros a Carvajal en medio de las carcajadas.

Después, Zidane enviaba un mensaje a Piqué, autor de un tuit en el que expresaba el doble rasero con el que se trata a Madrid y Barça. «Se exagera cuando se trata del Madrid. Ni yo ni mis jugadores nos metemos con los árbitros. Estoy orgulloso de mis jugadores porque respetan a los árbitros y solo quieren hacer las cosas bien, aunque puedo entender que eso moleste a mucha gente», afirmó el entrenador blanco.

Ni siquiera la jornada entre semana que se inició ayer disipa el humo provocado por el incendio desatado el domingo en Vila-real. Las quejas de Piqué no han sido contestadas por el club blanco de manera oficial, aunque Zizou sí quiso hacerlo a su manera.

Ahuyentar las sospechas

El francés considera que todo el mundo «tiene derecho a opinar y nadie puede impedirlo». «No voy a meterme en las declaraciones de jugadores o de presidentes», añadió Zidane, que también opinó sobre las bolsas con regalos a los árbitros. «Lo que conseguimos, lo logramos en el campo, donde siempre queremos divertir a la gente», señaló.

Muy distinta es la apreciación de un alto dirigente del club, que afirmó que «ganando siempre se está bien, lo hagas como lo hagas». Una palabras que expresan el sentir del madridismo tras la remontada, de gran valor para el devenir de la Liga, ya que haber encajado dos derrotas en cinco días hubiera desatado una tormenta alrededor del Madrid.