Este CD Castellón es un equipo que quiere ganar a partir de jugar bien. Así se ha reconstruido este verano, con Óscar Cano al frente de un grupo de arquitectos que ha trabajado mancomunadamente. Un equipo que conserva ese espíritu de supervivencia de la pasada temporada, lo que le hace ser necesariamente mejor, más completo. Si en La Nucía aguantó el bombardeo para amarrar un punto, ayer le tocó reinventarse sobre la marcha y volver a su plan original, el de las tres primeras jornadas, para resolver satisfactoriamente un partido torcido por el buen hacer del atrevido Olot (1-0). La salida de David Cubillas, ayer suplente por sorpresa, dio otro aire al Castellón, que sacó la vena más valiente para ganar con un gol de Rubén Díez (minuto 73). Un 1-0 no merecido del todo, pero ahí tienen al Castellón, con ocho puntos en cuatro jornadas. En la cuarta plaza, lejos de los presupuestos de otros o las ventajas con las que cuentan los filiales de clubs de la máxima categoría.

Héctor Verdés tomó el testigo del lesionado Paco Regalón. Apuesta lógica. No tanto que Óscar Cano sentara a Cubillas y que su relevo fuera Iñigo Muñoz. El mayor beneficiado, Rubén Díez, jugando al fin en su posición, centrado por detrás de César Díaz. Una variante que cambiaba el estilo del Castellón.

Los dos plasmaron sobre el verde que lo que más les interesaba era el control de la pelota, una posesión a partir de la cual desplegarse y responder a su identidad como colectivo. Una batalla sorda en la cual el Olot fue imponiéndose, si bien una acción en la que participó medio equipo local, culminó con el primer tiro intencionado a puerta, a cargo del 10, que tropezó en un rival. Replicó el otro 10, el exalbinegro Natalio Lorenzo, en una forzada media vuelta, ante la cual Álvaro Campos lo tuvo sencillo.

El Olot compite entre tiburones, pero lleva temporadas saliendo indemne, consiguiendo holgadas salvaciones, con una mezcla de jugadores jóvenes con otros más expertos, como Jordi Xumetra, Eloi Amagat... Un equipo hecho también para tener el balón, camaleónico, obra de Raúl Garrido (hermano de Juan Carlos, que hizo carrera en el Villarreal antes de probar fortuna en Egipto, Arabia Saudí o Marruecos). También agradable de ver, con personalidad, aunque sin gol (solo suma dos... y ambos de penalti), para alivio de los albinegros.

UNA DESCONEXIÓN TOTAL // El Castellón abusaba del balón en largo para avanzar metros y deshacerse de la pegajosa presión catalana como primera medida ante el agobio del rival, pero se encontraba con que Cubillas, el jugador que tan bien sabe hacer esa tarea, estaba en la banda.

El partido comenzó a entrar en un círculo vicioso, porque la pelota nunca estaba con nitidez en los pies de un futbolista local. Una espiral que de nuevo Natalio estuvo próximo a castigar, pero por el Xiquet de Canals también pasan los años y malogró él mismo una de las acciones tan típicas de él, con las que encendió Castalia en su temporada de albinegro (recuerden: 15 goles en la 2006/2007, en Segunda A).

El Olot deshilachaba al Castellón, que llegaba siempre tarde, que acumulaba falta tras falta, sin hallar los resortes para un reseteo completo. Siete días después, pero en otro escenario y contexto diferente al del Camilo Cano, los albinegros se veían superados claramente, si bien el Olot no llevaba al terreno de las ocasiones su manifiesto dominio y manejo de la situación.

De la nada, Joseba Muguruza conectó con César Díaz, que remató al poste a la media hora. Una acción aislada pero, al menos, los orelluts transformaron el encuentro en bidireccional. Lo demostró la jugada en la que del posible penalti a Natalio --¿a quién, si no?--, en una posición muy favorable, se pasó, en 30 segundos, al tiro de Iñigo Muñoz que complicó a Pol Ballesté.

No había aparecido todavía Campos, pero era cuestión de tiempo. Al igual que dos semanas atrás con Alfred Planas (Mestalla), detuvo un cabezazo a bocajarro de Natalio, en vez de por arriba, picado al suelo, con igual o superior grado de dificultad. De ahí al descanso, con mucho que corregir en la caseta local.

La lesión de Pedro del Campo permitió el ingreso de otro exalbinegro curtido en mil batallas, Hèctor Simón, después de una prometedora reanudación, con Josep Calavera haciéndose el ánimo para conducir y disparar, no demasiado desviado. Había dado un cuarto de hora suplementario para cerciorarse de que el plan A de ayer no funcionaba, así que cuando el 8 del Olot obligó a la estirada de Campos, el nazarí dio las últimas instrucciones a Cubi. Justo después de que Jorge Fernández errara un mano a mano con Ballesté. El relevo fue Iñigo Muñoz, así que Cano retomaba la idea de los tres primeros encuentros, a excepción de Verdés en lugar del lesionado Regalón.

HACIA ADELANTE // Cubillas, con un halo a lo Cid Campeador, cambió al Castellón con su sola presencia. El equipo se estiró. No eludía el Olot el cara a cara a pecho descubierto, con disparos lejanos de Jordi Xumetra y Jordi Masó, aunque ya no con el mismo atisbo de peligro que hasta entonces.

El Castellón llegaba, ahora sí, con muchos efectivos al área garrotxina y, en una de esas cargas, Rubén Díez estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado para, a la media vuelta, hacer el 1-0 a 17 minutos del final. ¿Justo? No. ¿Real? Como la vida misma.

Los albinegros aguantaron las embestidas mejor de lo que habían hecho hasta ese instante e, incluso, tuvo la puntilla en un par de cabalgadas de Javi Serra en las que no se decantó por la mejor opción, sobre todo en una en la que César Díaz únicamente tenía que empujarla. El 1-0 ya no corrió ningún peligro y bastó para sacar adelante un partido más farragoso que brillante.