Para la plantilla del Castellón no hay medias tintas. Si el equipo se salva, más del 60% de los futbolistas tienen garantizada la continuidad en Segunda B; si se baja, pues el 100%, toda, quedará libre (otra cosa es que el club llegue a un acuerdo con algún jugador puntual para que continúe).

Aunque el club proyectó su ambición desde el minuto siguiente al que el Castellón retornó a la categoría de bronce, lo cierto es que el máximo accionista, José Miguel Garrido, se cubrió las espaldas a la hora de incluir, en los contratos de los jugadores, una cláusula liberatoria en caso de que el paso por la Segunda B fuera efímero. Una válvula de escape necesaria cuando en la pasada junta de accionistas de enero, el club aprobó un presupuesto de 2,76 millones de euros, de los que casi dos millones eran para sueldos, salarios y demás del primer equipo. Ahí está incluido un cuerpo técnico que, a diferencia de los que sucede con los futbolistas, tiene garantizada su continuidad no por una campaña más, sino por dos.

Sin embargo, al margen de los cedidos, hay bastantes futbolistas que firmaron solo hasta el próximo 30 de junio, con lo que la dirección deportiva, en función de rendimiento y, sobre todo, en la categoría en que se milite, valorará si continúan. Entre ellos, Marc Castells, Antonio Caballero, David Cubillas y Pablo Roig, que aunque empezó en el Amateur, ya hay que considerarlo como un más del primer equipo.

MATICES // Si el Castellón se mantiene, Garrido ya ha anunciado que más de un 60% entran en los planes para una segunda aventura en Segunda B, donde el plan pasa por reforzar al equipo sobre todo en las posiciones más cercanas a la portería contraria, así como a la hora de contar con futbolistas sub-23 que, a diferencia de lo que sucede en este curso, cuyo rol sea testimonial, puedan aportar un mayor grado de competitividad, dejando la puerta abierta también a aquellos con más progresión del juvenil A y del filial.

Dos escenarios deportivos, dos planes, cuyas líneas maestras el máximo accionista ha diseñado ya tanto con Óscar Cano como con la dirección deportiva, en la que desaparecerá las figuras de director deportivo y secretario técnico en una comisión en la que Garrido tendrá, textualmente, la última palabra.