No hay nadie, de los 11.500 aficionados que vieron/sufrieron el partido frente al Ebro, que no haya emitido un veredicto pesimista sobre el Castellón, resumido en una conclusión: ¿de verdad este equipo puede luchar por subir, como nos han vendido?

Lo cierto es que el rendimiento, individual y global, sobre todo de la primera parte, es algo que no se sostiene y que pone en tela de juicio el verdadero potencial de una plantilla que ni siquiera espabiló con el relevo en el banquillo, circunstancia que, per se, suele sacudir de lleno un vestuario. El perfil terminal suele responder al de un partido que deriva en la destitución de un técnico, no, precisamente, al de un estreno. David Gutiérrez tiene su parte alícuota de responsabilidad, pero menor, teniendo en cuenta que termina de llegar.

A José Miguel Garrido, promotor de este Castellón, el que ha puesto el dinero -entre otras muchas cosas- para convertirlo en un potencial aspirante a subir desde ya a Segunda A, nadie le tiene que explicar las cosas. Él habrá sacado sus propias conclusiones, porque ha presenciado, en directo, los últimos tres encuentros (Calahorra, Espanyol B y Ebro). Su arquitecto, el director deportivo Juan Guerrero, el responsable de la confección de la plantilla, tan en el punto de mira o más que los jugadores, también tiene mucho que decir.

El problema, ¿es futbolístico? ¿Psicológico? ¿Físico? ¿Una mezcla de los tres y algún concepto más? El escudo de los 17 fichajes pierde fuerza --la involución, respecto al estreno liguero contra el Atlético Baleares, es incuestionable--, porque ya son siete los encuentros oficiales, entre Liga y Copa del Rey, con una serie de errores reincidentes que solo la colosal actuación de Álvaro Campos bajo palos, la garra de Rafa Gálvez, el tesón de David Cubillas y algunas esporádicas apariciones de José Carlos Fernández, Hicham Khaloua y poco más, han evitado que el saldo de puntos (solo cuatro) fuera incluso inferior y que el Castellón fuera colista.

UNA BOLA DE NIEVE // En este contexto, resulta incluso sorprendente el comunicado oficial de ayer del club, saliendo al paso de una información nacida al albur de las redes sociales, que acusaba a Joseba Muguruza de estar de fiesta, a altas horas de la madrugada del sábado al domingo.

La respuesta del futbolista --dicho sea de paso, de los más erráticos contra el Ebro-- a través de los mismos canales no sirvió para zanjar el asunto, porque el club cerraba filas en torno al guipuzcoano en los siguientes términos: «El Castellón quiere mostrar su respaldo total y apoyo a Joseba Muguruza después del bulo que circuló en el que se ponía en duda su profesionalidad. Desde su llegada, la conducta y actitud de Muguruza ha sido intachable; y la entidad no pone en duda su compromiso, al igual que el del resto de jugadores». De paso, la nota añadía que «pese a que los resultados no son, de momento, los esperados, el compromiso de la plantilla está fuera de dudas, y cuenta con el respaldo total de la entidad», que se reserva «el derecho de tomar las acciones legales oportunas» para impedir que «los rumores infundados» dañen «la imagen de los jugadores».