El Villarreal tardó en despertar y no llegó a tiempo para remontar en la segunda parte de su estreno en la Copa del Rey 2016/2017. Javier Calleja conoció el amargo sabor de la derrota en el torneo del KO ante un modestísimo rival de Segunda División B que es penúltimo en su grupo. Pero lo que más le dolerá al técnico es que algunos de sus jugadores no superaron la prueba ni aprovecharon la oportunidad para reivindicar más presencia en las alineaciones.

No mereció perder el Villarreal en el Toralín, pero no es menos cierto que tampoco hizo méritos para llevarse a casa una victoria para afrontar con más tranquilidad la vuelta del próximo mes. Aunque la derrota ante la Ponferradina llegara en un gol que pudo evitarse, lo cierto es que el Submarino apenas generó ocasiones de peligro. Sin Bakambu y Bacca el Villarreal es demasiado inofensivo porque los recambios, de momento, siguen sin dar el nivel. El gol de Cidoncha (m. 36) en el Toralín es remontable, pero obligará a afrontar la vuelta con más primeros espadas y menos rotaciones de las previstas.

Javi Calleja apuró el reglamento al máximo para otorgar descanso a muchos de los jugadores que han acumulado minutos entre la Liga y la Europa League, además de jugar en menos de tres días otro partido importante, este de Liga, ante el Atlético en el Wanda Metropolitano. El Villarreal alineó un once con el mínimo de futbolistas con ficha del primer equipo que permite la reglamentación de la Copa: siete.

A pesar de las presencia de cuatro futbolistas del filial, el once del Submarino estaba repleto de jugadores de un alto nivel que han sido titulares tanto en Liga como en Europa. Además, el filial amarillo juega en la misma categoría que los berciano, con la tremenda diferencia en la clasificación entre ambos (segundos y penúltimos respectivamente). Pero, como suele pasar en la Copa, la motivación del más débil suele nivelar las distancias. La Ponferradina solo ha sumado seis puntos en su categoría y ha ganado nada más que un partido.

LAS NOVEDADES

En defensa destacaba el regreso de Adrián Marín en el lateral izquierdo, un jugador de largo recorrido por la banda como le agrada a Calleja, y la titularidad del central del filial Pau, junto a Cantero en la portería. El Villarreal mantuvo su planteamiento en la parcela ancha, con Ramiro Guerra como mediocentro más retrasado y en el vértice defensivo del rombo, con Samu Castillejo, Roberto Soriano y Leo Suárez intercambiando posiciones. En ataque, Enes Ünal y Denis Cheryshev, una pareja inédita; eso sí, formada por dos jugadores internacionales con sus respectivas selecciones.

La puesta en escena del Villarreal no era mala, ni tampoco la actitud. Los amarillos controlaban el juego y utilizaban las bandas con los desdoblamientos de Rukavina y Adrián Marín. Pero al Submarino le faltaba una brújula que le marcara el norte en su juego. Las aproximaciones al área siempre morían en la orilla. La Ponferradina se fue adueñando del partido. Poco a poco ganaba palmos de terreno y se imponía en los pulsos que se iban gestando en el partido. El primer aviso lo dio Fernando Román. Un remate de cabeza del espigado jugador ponía en alerta al Villarreal.

EL GOLPE DEL 1-0

Y el gran susto llegó en una falta muy lejana sin aparente peligro botada por Cidoncha y que sorprendió a Cantero, quien ni llegó a moverse pensando, probablemente, que el balón iba fuera, aunque es cierto que el misil lanzado por el local iba bien colocado al palo de la barrera. El 1-0 era un premio excesivo, aunque los amarillos ni estaban ni se les esperaba. El 2-0 estuvo muy cerca solo un minuto después, pero Iago Díaz desperdició una excelente ocasión. Y con desventaja en el marcador se alcanzó el descanso.

Calleja movió piezas para intentar dotar de más materia gris a su equipo. Y tuvo que echar mano de Rodrigo y Pablo Fornals. La salida de ambos transformó al Villarreal. El fútbol de los amarillos tuvo más sentido y el balón llegaba con más criterio y profundidad hacia la zona defensiva de la Ponferradina. Ahora se generaba más peligro, pero se echaba mucho de menos a Bacca y a Bakambu. La sincronización de movimiento en ataque no funcionaba correctamente porque Ünal todavía no interpreta el juego de sus compañeros. El delantero turco se hizo un lío en el área con un balón que le dejó en inmejorables condiciones Raba, recién salido al terreno de juego.

Y poco más reseñable. Sí, el Villarreal metió al conjunto berciano en su campo. Le embotelló atrás, pero salvo un tiro de Cheryshev con intencionalidad, todos los centros desde ambas bandas se diluían entre una nube de jugadores rivales.

La Ponferradina se crecía, sobremotivada por un torneo que le hacía olvidar su pésima participación en la competición doméstica. Y como suele pasar en muchas ocasiones en la Copa del Rey, el modesto tutea al grande, le planta cara y hasta le da un susto. Calleja, que había estrenado su etapa en el primer equipo groguet con un pleno de tres victorias en la Liga y dos igualadas en la Europa League, conocía lo que es perder como entrenador del Villarreal contra un rival de Segunda B. Queda la vuelta, a finales de noviembre, pero mucho habrá que remar para voltear la eliminatoria en el Estadio de la Cerámica.