A Juan Martin del Potro las pistas del centro nacional de tenis Billie Jean King donde se disputa el Abierto de Estados Unidos le hacen sentir que es “un campeón”. Es algo más que metáfora, algo más que déjà vu de aquel 2009 en que, a los 20 años, logró hacerse en este mismo escenario con su primer grande, haciendo una grieta en los casi cuatro años de dominio prácticamente absoluto del cirxuito de Grand Slam que entonces mantenían Roger Federer y Rafael Nadal (al que luego se sumaron Novak Djokovic y Andy Murray, creando el big four que se repartió todo el pastel hasta que Stan Wawrinka hizo la siguiente brecha en Australia en 2014).

El argentino es hoy 142 del mundo. Por clasificación no habría llegado a Flushing Meadows, pero fue invitado por la organización en un año en que una de las historias más emocionantes del deporte ha sido su retorno al tenis tras casi dos años alejado de las pistas portres lesiones en la muñeca izquierda y otras tantas operaciones, un regreso que comenzó en febrero, le devolvió a los grandes en Wimbledon y rozó el éxtasis en los Juegos de Río, donde se deshizo de Djokovic en primera ronda, de Nadal en las semifinales, y se colgó la plata tras un brillante partido contra Murray.

PRESENTE Y FUTURO

Aunque en esta edición del Abierto solo ha ganado de momento un partido, el martes contra su compatriota Diego Schwarztman, al que se impuso con un 6-4, 6-4 y 7-6 (7-3), en la pista del estadio Louis Armstrong se vio que su reaparición se celebra como una fiesta. Y aunque la entrega total de los aficionados puede cambiar en su siguiente encuentro, pues se mide con el estadounidense Steve Johnson, que es 19 cabeza de serie y mejor clasificado del país anfitrión, de momento ya le ha mostrado el cariño.

La Torre (ajustado apodo para un jugador de 1,98) acusa aún algunas señales del cansancio de Río y de los dos años de ausencia, pero también ha vuelto a las pistas con el revés cruzado como una de las más poderosas armas de un arsenal renovado a la fuerza. Pero lo importante para fans y otros jugadores es que no ha tirado la toalla, pese a que pensó hacerlo.

“Estuve muy cerca de abandonar el tenis porque después de la primera operación, la segunda y la tercera hubo momentos auténticamente tristes para mí, nadie sabía qué tenía que hacer para arreglar el problema”, explicaba el martes. Pero ahí estuvieron “familia y amigos”, a quienes atribuye haberle ayudado a “no rendirse”. Y todo lo que hay es ilusión. “La peor parte de mi vida está totalmente en el pasado”, decía también. Solo hay presente y futuro.