La adrenalina es una hormona generada por el organismo especialmente en situaciones de estrés, excitación o nerviosismo. Circunstancias que perfectamente se dan en el deporte, sobre todo en el de élite. Ayer, en la Rosaleda, se vivió un pulso entre el control y la adrenalina. Por suerte ganó la efectividad grogueta. No dio el Villarreal una imagen de intensa presión o de alta velocidad en el juego, optó por el control, el gol y el oficio.

Dos factores que sí que sirvieron para ver las acciones de Santos Borré en el primer tanto y el estreno anotador de Sansone. En la otra área, la de Asenjo, no se sufrió. Así pues, visto lo visto, y después de la parada liguera y sin la presión inmediata de un partido en puertas, se puede concluir que el Villarreal de Fran Escribá evoluciona favorablemente, siguiendo la receta del técnico valenciano: la paciencia.

Pues sirva todo eso, después del revés en la previa de Champions, los empates ligueros y el tremendo guirigay avivado desde Madrid con el tema Marcelino-Sporting, para asentar con una victoria los nuevos conceptos y seguir adelante desde la serenidad y la convicción que necesita un equipo que, poco a poco, va incorporando efectivos. Hubo un tiempo en que la adrenalina en Málaga se consumía, año tras año, maldiciendo la derrota, ayer sirvió para celebrar la primera victoria en la última noche de las Fiestas de la Mare de Déu de Gràcia. H