El Villarreal volvió a ser el Villarreal. Solo la mala fortuna en forma de postes evitó que se lograra un merecido y trabajado triunfo en Granada, con un Samu Castillejo espectacular y ofreciendo otra vez la sensación de recuperar la fiabilidad y la estabilidad defensiva y como bloque. El empate puede saber a poco por los méritos contraídos, pero tiene un gran valor porque significa el punto de partida para un Villarreal que ayer rescató sus constantes vitales. Escribá empezó a rearmar al Submarino en Granada. Y con esas vibraciones la remontada en Mónaco no es un sueño, puede ser una realidad.

El rearme del Submarino pasaba, sobre todo, por rescatar las señas de identidad de la etapa de Marcelino y una de las más importantes era la consistencia defensiva. El Villarreal recuperó la fiabilidad como bloque y empezó a recuperarse de esa especie de depresión que se instaló en su organismo tras el terremoto de los días anteriores a la previa de la Champions. Escribá contó con dos fichajes de lujo con Víctor Ruiz y Sansone, más la reubicación de N’Diayé en el centro.

No todo fueron buenas noticias porque Bruno no pudo ni entrar en la lista por una lumbalgia. Pero lo más positivo era el regreso del Villarreal serio, rocoso, aguerrido, inteligente tácticamente y seguro. A partir de ahí, el crecimiento está garantizado.

Escribá también echó mano del comodín Rukavina para el lateral zurdo, y de la fuerza del senegalés en la parcela ancha. En el eje de la zaga, Musacchio y Víctor Ruiz devolvieron la normalidad al sistema defensivo. Y en ataque, Sansone le otorgó al equipo un plus importante con su velocidad.

Paco Jémez quiere dotar al Granada de la personalidad propia de sus equipos, aunque todavía se halla en proceso de conseguir el fútbol vistoso y alegre de su periplo en el Rayo. Escribá ordenó presión adelantada a la salida del balón de los granadinos, conociendo cómo le gusta jugar a su homólogo en el banquillo.

ASENJO, ESPECTADOR // El Granada se marchó a vestuarios sin haber tirado una sola vez a puerta. Asenjo vivió el partido con placidez. Los amarillos volvieron a ser un conjunto solidario en el trabajo de recuperación del balón, con una presión sincronizada que ahogaba al equipo de Jémez.

Manu estuvo muy activo tanto en el trabajo como en la elaboración, escoltado por un N’Diayé liberado de la presión de jugar en el centro de la zaga. Samu Castillejo, quien sigue progresando como futbolista, participó constantemente en el juego, junto a un Roberto Soriano, que es el centrocampista completo que a todo entrenador le gusta tener.

Pato, con un punto más de forma, le dio un toque de talento al Villarreal y tuvo una buena ocasión para marcar al cuarto de hora. La primera parte del Villarreal fue más que esperanzadora.

El Villarreal fue quitándose presión de encima con el paso de los minutos y olvidándose del golpe del Mónaco. Los amarillos empezaron a tocar y tocar, a buscar las bandas y el uno contra uno, con un Castillejo mostrando su mejor versión y llevando de cabeza a la zaga granadina.

Las llegadas al área rival se repetían una y otra vez. El gol se mascaba. Un tiro desde la frontal del área de Roberto Soriano se estrelló con virulencia en el poste. Sansone trazaba desmarque tras desmarque apoyado en su velocidad y en esa facilidad para romper a la defensa rival con sus diagonales. El premio a la insistencia y al buen fútbol llegó en un derribo a Sansone, quien se marchaba solo hacía puerta. El libre directo consiguiente fue transformado magistralmente por Samu Castillejo. Un golazo. Pero la ventaja en el marcador solo duró tres minutos, puesto que Ezequiel Ponce remató a la red solo en el segundo palo.

SIN PERDER LA FE // No se derrumbó el Villarreal. Ni mucho menos. El asedio continuó con un juego alegre, atrevido y vistoso, encauzado por Samu Castillejo. El malagueño fabricó una jugada por la banda contraria a su pierna natural que Sansone estrelló en el larguero. Otra vez los palos se cruzaron en el camino de un buen Villarreal. Y nuevamente Casti la volvió a tener un minuto después. El Granada resistía como podía, a duras penas.

Solo sufrió el Villarreal en los instantes finales, acusando el gran esfuerzo físico realizado. Los locales tuvieron un par de llegadas con peligro en sendos centros sobre el área, pero poco más. El Villarreal contrajo méritos para conseguir la victoria, pero la imagen ofrecida es un buen arranque para iniciar el rearme de un equipo que parece haber recuperado las constantes vitales. H