El 14 de enero del 2013, el Villarreal aún andaba asimilando su traumático descenso a Segunda A. Estaba a seis puntos de los puestos de ascenso directo, tras una irregular trayectoria a los mandos del joven Julio Velázquez, la solución del club cuando Manolo Preciado falleció horas después de llegar a un acuerdo con el Villarreal. Fernando Roig apostó por otro asturiano, un Marcelino García que, en tres años y medio, no solo lo ha rescatado del purgatorio, sino que lo ha colocado entre los primeros de la liga, después de una temporada en la que fue cuarto, además, de acariciar la final de la Europa League.

Su trayectoria como amarillo ha sido impresionante. La remontada inicial le permitió regresar por la vía directa a la Liga de las Estrella y, en su primer año de vuelta, ya metió al Submarino en la Europa League. Lo repitió al año siguiente y, en la pasada campaña, convirtió al Villarreal en el líder de la liga de los mortales (tras Barcelona, Real Madrid y Atlético). Un logro que puede permitir una nueva participación del Submarino en la principal competición por clubs del viejo continente, a expensas de superar la eliminatoria frente al Mónaco (si no lo hace, disputará de nuevo la Europa League, en la que viene de ser semifinalista).

El buen hacer de Marcelino había trascendido los límites del Submarino. Hasta el punto, de que figuraba en la terna para, semanas atrás, sustituir a Vicente del Bosque en la selección, aunque, finalmente, la federación española optó por la vía continuista y escogió a Julen Lopetegui. H