Quería despedirse con una medalla. Era el sueño que tenía Joaquim Purito Rodríguez en su último día como ciclista profesional. Peleó para ello y casi se podría decir que quedó a las puertas de una medalla para llevarse a su casa de Andorra. El diploma olímpico, recompensa de su quinta plaza, el primero de un deportista español en Río, fue el premio, el último para un ciclista que ha destacado en las clásicas y que ha sido podio en el Tour, la Vuelta y el Giro.

Greg van Avermaet, un buen ciclista de clásicas, vencedor de la etapa del Tour que finalizó en Le Lioran, éxito que lo recompensó con el jersey amarillo que perdió en los Pirineos, se proclamó campeón olímpico, aprovechando ser el mejor especialista en pruebas de un día que mejor resiste la montaña. El danés Jakob Fuglsang y el polaco Rafal Majka acompañaron al corredor belga en el podio de Copacabana.

Purito fue el más fuerte entre los cinco españoles seleccionados por Javier Mínguez. Imanol Erviti trabajó en la primera parte del recorrido y Jonathan Castroviejo cuando comenzaron los ataques. Ion Izagirre, en cambio, no tuvo su día y al jefe, a Alejandro Valverde, le fallaron las piernas, según le reconoció en carrera a Purito. “En la última vuelta Valverde me dijo que no iba. Yo, en cambio, tenía piernas de medalla”.

El catalán pudo notar buenas sensaciones, espíritu de lucha y ganas de pelear por una medalla pero, sin duda, ese mismo sentimiento lo tuvo Vincenzo Nibali, el gran animador de la carrera y el ciclista que pugnaba por ser el primer corredor de la historia en ganar las tres carreras grandes y alzarse con la medalla de oro. Rompió la carrera, hizo la selección en la que no entraron, entre otros, Valverde y Chris Froome. Y cuando Purito enlazó por detrás, cuando llegó la última zona de dificultad en la subida a Vista Chinesa, El Tiburón arrancó. Se llevó a rueda a Sergio Henao, representante de Colombia, y a Majka.

Parecía que el podio estaba decidido. Daba la impresión de que comenzaba el festival del corredor italiano que preparó los Juegos en el Tour. Pero en la bajada, peligrosa como ella misma, tropezaron Nibali y Henao. Se fueron al suelo y perdieron sus opciones de medalla.

Majka salvó la caída. Cuando el polaco ya tocaba el oro, a menos de dos kilómetros de la meta, lo capturaron Van Avermaet y Fuglsang. Ellos dos pelearon por la gloria olímpica. Majka se conformó con el bronce y Purito, en el grupo perseguidor, se despidió del ciclismo con un diploma por el trabajo bien hecho. H