Cuando el domingo Rafael Nadal ganó en Nueva York ante Kevin Anderson su tercer Abierto de Estados Unidos, reconquistando un título en pista dura que le esquivaba desde el 2014, elevó su palmarés hasta los 16 grandes. En este 2017, Roger Federer, el otro rey con el que ha compartido la era más mágica del tenis, ha conquistado dos grandes (Australia y Wimbledon). El de Manacor, los otros dos, incluyendo su histórico décimo Roland Garros. Tienen 36 y 31 años, respectivamente y, al menos en lo que respecta a Nadal, la intención es la de «seguir jugando muchos años».

«Sigo teniendo la pasión y el amor por el deporte. Sigo queriendo competir y sigo sintiendo los nervios cada vez que salgo a la pista. Mientras eso siga pasando estaré aquí», anunciaba el domingo en rueda de prensa. Horas después, analizaba este nuevo éxito en su carrera en el ático de su hotel en Nueva York.

—¿Cómo lo celebró?

—No hubo ninguna celebración. Llegué a cenar tarde, sobre las 23.30 más o menos, y me fui a dormir, la verdad. Cuando terminas un torneo así te da un bajón importante y estaba con ganas de descansar un poquito. Si sales a celebrar estás todo el día hecho polvo, y toca viajar. ¿Cómo valoro lo conseguido? Con normalidad, soy sincero. Feliz, muy feliz evidentemente, por todo lo que ha ocurrido. Es un torneo que tiene gran valor para mí. He ido de menos a más, he competido bien en todo momento y estoy muy satisfecho con todo. Es una manera fantástica de terminar el año de Grand Slams. Es también un colofón a un año muy positivo. Pero aún queda una parte importante de la temporada.

—La Copa de Maestros es, dentro de un currículo impresionante, lo único que falta.

—Sí. Me gustaría llegar bien preparado este año y voy a hacer todo lo posible para darme otra oportunidad. Es un torneo que a mi modo de entender es injusto porque te clasificas en todas las superficies y al final que siempre se decida en la misma superficie me parece injusto. Pero bueno, es lo que es. A mí las 10 o 12 veces que me ha tocado jugar, siempre fue en una pista que es la que me ha ido peor históricamente. Jugando con los mejores en mi peor superficie las opciones son menores. He estado ahí algunas veces y voy a intentar otra vez darme oportunidades.

—Este año por cómo llega, por los éxitos, por las circunstancias de los rivales, ¿lo ve más cerca?

—No lo sé. Faltan torneos por delante, semanas para intentar estar bien preparados y ahora mismo tampoco es algo que me plantee mucho. Es un momento de estar felices con lo que se ha conseguido. La ambición es importante pero siempre que no sea una ambición desmesurada.

—España despertó ayer con dos números uno. Es mérito suyo y de Garbiñe Muguruza, ¿qué representan para el tenis español?

—Creo que hemos pasado una época de unos 25 años fantástica del tenis español en la que ha habido muchísimos jugadores y jugadoras a muy alto nivel. Parece que después de esta última generación habíamos tenido un bajón, durante unos años no hemos continuado con la tónica de sacar jugadores. Esperemos que sea otra vez una energía positiva para los jóvenes que vengan y que puedan realmente aprovechar el momento y aprovechar también las grandes infraestructuras que tenemos en España.

—Hablando con Boris Becker el otro día de su nº 1, él le alababa no solo en lo deportivo. ¿Cómo lleva el peso de ser un modelo?

—Yo no siento ningún peso. Yo hago mi vida natural y la vivo con normalidad sin plantearme muchas más cosas. No me levanto cada día pensando si soy o no soy tal cosa. Soy una persona normal que juega a tenis. Mi vida es completamente normal cuando estoy en casa. Cuando estoy en los torneos por el extranjero es todo un poquito más mediático, pero tengo la suerte de estar también en casa y la posibilidad de vivir una vida completamente normal. Quizá mi éxito va con la naturalidad con la que vivo todo.

—Hábleme de Moyà. ¿Qué ha supuesto la llegada a su equipo?

—Para mí, ha sido una inyección de energía positiva. Ha entrado una persona que ha creído mucho en mí desde el comienzo, me ha transmitido esa confianza y esas ganas de trabajar, esa creencia de que desde el trabajo se podían conseguir otra vez cosas importantes, y seguiremos trabajando de manera positiva. Ante todo es un buen amigo mío, tenemos una muy buena relación y creo que mantendremos la motivación por los siguientes años.

—Federer invitó hace unos años a Tiger Woods y dijo que le entendía. Usted también lo hizo.

—Tiger no está ahí porque me entienda o porque no me entienda. La palabra ídolo no sé pero sí que es uno de los deportistas que más he admirado en el mundo. Significó mucho tenerlo ahí. Ojalá se recupere y podamos verlo compitiendo otra vez.

—Hace que parezca fácil algo tan difícil como ganar tantos títulos.

—Al final el tiempo pone todas las cosas en su sitio. Claro que me importa lo que opine la gente y claro que agradezco su cariño. Pero que no se valore la dificultad no es algo que me preocupe. Intento estar siempre cerca de los míos. Evidentemente el cariño y el apoyo que he recibido en todo el mundo, pero especialmente en España, es increíble. Y solo tengo que intentar agradecerlo allí por donde voy.