En Londres los ratones son mascotas y las ratas una ligera molestia. Alquilas una casa a cambio de un riñón y la primera noche descubres que tienes a un roedor como nuevo compañero de piso. Llamas al casero hecho un basilisco y te da entender que estás como un cencerro, que para qué le molestas si sólo son ratones. Si fueran leones o tiburones blancos lo entendería, pero ¿ratones? ¡Venga hombre, que los hay en todas partes y son monísimos! Pasado un tiempo concluyes que tenía razón. Aquí todo el mundo tiene o ha tenido ratones. Algunos llegan a ser de la familia. Puede que también se les escoja un nombre y se les bautice, aunque no puedo dar fe de ello.

Con las ratas el trato es menos familiar. En mi libreta apunto todas las que se me cruzan y con medio año podría ya organizar una liga de 12 equipos con suplentes y cuerpo técnico incluidos. Puede que crean que es una exageración, yo también pensé que lo era el capítulo en el que el periodista Enric González habla de ellas en su delicioso libro Historias de Londres.

No lo era. Como no lo es tampoco que mi amiga Sara ha tenido que mudarse junto a todos sus vecinos a un hotel durante 15 días porque su edificio en el barrio de Barnes estaba infestado de ratas. Se ponía a dormir y las oía correr y chillar por el hueco de detrás de la cama. This is London.

PLAGAS DE ROEDORES

No resulta pues extraño que la Premier, a pesar de todo su glamour, se las tenga de vez en cuando con plagas de roedores que han decidido asaltar un estadio y hacerlo suyo. Hablamos de ratas y ratones en el sentido literal, quede claro, no de presidentes, directivos o agentes y representantes de futbolistas. Arsenal, Manchester United, Crystal Palace, son algunos de los clubs que en el pasado se las han visto con invasiones de roedores. Por el momento esta temporada anda tranquila.

Otra cosa son los gusanos, que no esperan ni tan siquiera a que haya un muerto para salir a desayunárselo. Lo sabe bien el entrenador del Chelsea, Maurizio Sarri, al que ya le muerden las carnes después que su equipo encajara la peor derrota en liga desde 1996 (4-0 contra el Bournemouth) y perdiera su posición de Champions. O las polillas que se comen la ropa del vestuario.

Pochettino ha visto como la ventana de invierno de fichajes finalizaba de nuevo para él sin una triste incorporación y su ropero es cada vez más limitado. Él se ha defendido diciendo claramente que, aunque ahora van terceros que nadie espere más con la poca ropa que le queda.

LAS HIENAS, SIEMPRE PRESENTES

Tampoco dan tregua las hienas, pacientes, pero siempre presentes. Rondan al City de Guardiola, que el año pasado desató los vientos de la envidia. Ahora anda buena parte del fútbol inglés deseando poder escribir que no, que no es para tanto lo de Pep. Se ha notado esta semana después de la derrota contra el Newcastle que imposibilitó al City sacar tajada del empate del Liverpool ante el Leiscester y lo alejó un poquito más del liderazgo de los de Jürgen Kloop.

La vida es una selva, el fútbol un zoo y yo, créanme, a estas alturas el rey de las ratoneras.