Durante el tiempo que lleva Zidane al frente de la dirección técnica, el Real Madrid ha manifestado unos comportamientos irregulares que se han agudizado en su condición de visitante. Sin embargo, como local, sus cinco victorias consecutivas con 20 goles marcados y uno encajado delatan la envergadura actual de este equipo en el Bernabéu.

Con el francés ha calado más la propuesta del ataque combinativo dando más rienda suelta a la creatividad y alejándose del rigor táctico de Rafa Benítez.

Así, disponiendo un 1-4-3-3, el Real Madrid junta centrocampistas por dentro para liberar a los laterales por fuera; con Casemiro como volante que otorga equilibrio en la base del triángulo. Modric o Kroos suelen bajar a iniciar y luego gozan de mayor libertad.

Ante presión pueden utilizar los cambios de orientación y ahí Sergio Ramos ayuda mucho. Los laterales son los que le dan amplitud y profundidad, teniendo gran impacto en ataque. Carvajal tiene recorrido, es rápido y llega con decisión, pero tiene difícil llegar, con lo que jugaría Danilo, más criticado por la grada. Marcelo es técnicamente sobresaliente y desordena al rival llegando por fuera y por dentro. Modric es el verdadero conductor del juego blanco, el que mejor filtra pases para habilitar a sus compañeros. Kroos es más rígido y menos asociativo, utilizando el pase largo.

Los tres atacantes son un mundo aparte. Ahora vuelven a estar motivados y marcan diferencias. Intercambian posiciones continuamente, por lo que son difíciles de referenciar. Bale desborda por potencia por fuera o traza diagonales interiores con o sin balón buscando centro o remate. Cristiano ha recuperado sus registros goleadores estratosféricos partiendo de su posición favorita, la banda izquierda. Se le ve rápido, motivado y con hambre de gloria. Benzema es la clave, el 9 total que entra y sale del balcón del área, que se asocia y crea líneas de pase, el que asiste o remata.

Los tres atacantes condicionan también la fase defensiva. Según sea su actitud en la presión, permiten recuperar muy arriba y destrozar al rival o, por el contrario, si se entregan a la pereza el equipo se parte en dos y se hace largo, con lo que el oponente llega con mayor facilidad a las mismas barbas de Navas. Que el portero siga goteando paradas salvadoras en cada partido deja claro que este Real Madrid aún necesita ajustarse defensivamente.

Y hay otros aspectos que no han cambiado desde hace muchos años. El Real Madrid es el mejor equipo contragolpeador. Si en sus transiciones defensa-ataque encuentra espacios los ataca a velocidad vertiginosa ocupando todos los carriles y el adversario ya se puede poner a rezar, que le valdrá de bien poco.

Además, el conjunto blanco se muestra demoledor en la pelota detenida ofensiva, pero manifiesta despistes en la defensiva. H