Ya sea verdad, tópico o leyenda urbana, siempre se dijo de los gallegos, y que no se ofendan las gentes de aquella bendita tierra, que por su particular idiosincrasia es difícil saber cuando te cruzas con uno de ellos si sube o baja la escalera, incluso puede tener que ver su sarcástico sentido del humor que, cuando les preguntan algo, suelen contestar con otra pregunta. Esta parrafada no tiene otra pretensión que llevar ese mito o realidad al terreno futbolístico para poder etiquetar a la Real Sociedad como el conjunto más “gallego” de la Primera División, y que nadie vea más allá de lo que es únicamente una simple comparanza.

Jornada a jornada, y el calendario ya amenaza con agotarse, nunca se ha sabido a ciencia cierta si el conjunto guipuzcoano subía o bajaba. Si hubiera un trofeo al campeón de la impostura o la irregularidad sería para la Real; cuando peor parecía estar ha sido capaz de pegar unos cuantos insospechados golpes encima de la mesa; cuando aparentaba estar subido en la ola buena y con el viento a favor lo que pegó fueron unos gatillazos descomunales. Por eso, en su desconcertante transitar a la gallega por la competición liguera, nunca hemos sabido a ciencia cierta si el conjunto blanquiazul era un aspirante a la competición continental o si estaba condenado a tener que luchar hasta el último momento por salvar el pellejo.

Lo único que se sabe a ciencia cierta es que entre el nefasto fútbol que proponía el excelentemente remunerado David Moyes y el que practica ahora la Real Sociedad de Eusebio no hay ni punto de comparación. Es sencillamente la diferencia entre maltratar la pelota o cuidarla. H