El Real Madrid ha entrado en crisis. Y en pánico. Descabalgado del liderato tras su derrota en Mallorca, el equipo de Zidane balbucea en Europa después de un desastroso inicio con un punto de seis posibles: derrota en casa del París SG y empate, y gracias, en el Bernabéu ante el Brujas. De ahí, que su duelo de mañana en Estambul (21.00 horas) frente al Galatasaray adquiera tintes dramáticos en caso de derrota. Se está jugando el futuro.

Bastó la primera, y estrepitosa, caída liguera en Son Moix para agitar la coctelera de los nervios en el madridismo, que vive huérfano y desamparado desde la marcha de Cristiano Ronaldo a la Juventus. Zidane, a quien la erosión de los meses finales de la pasada temporada también está pasando factura, vive bajo sospecha, aunque su despido parece improbable por el coste del mismo (cobra 12 millones de euros netos por campaña). Su plan A no es excesivamente fiable, al menos en la Champions. Y el B tampoco ha dado resultado. El técnico no da con la tecla para dibujar un sistema táctico reconocible. Su equipo vive, sobre todo, del ataque de eficacia de Karim Benzema, pero no tiene una identidad, castigado, como anda, por una plaga de lesiones musculares.

COURTOIS, de mal en peor // No queda rastro de ese Madrid que se declaraba en rebeldía, capaz de superar cualquier adversidad, empezando por la portería. A Courtois se le mira con mala cara porque no ha podido hacer olvidar las milagrosas paradas de Navas, ahora intocable del PSG.

Zizou tiene también el problema de la defensa porque Varane, Marcelo, Mendy y Carvajal han sufrido problemas físicos y Militao, por quien el club pagó 50 millones de euros, no ha encajado en la estructura. En la medular, Casemiro está demasiado solo, sin margen de descanso, pues Kroos y Modric han pagado el desgaste de tanto años de esfuerzo.

Aunque el verdadero drama blanco anida en el ataque. La vida sin CR7 es cada vez más compleja. En sus cuatro últimas salidas, el Madrid solo suma un gol.