Hace 37 años que el Madrid, dueño de la corona, y el Liverpool, renacido de la mano del eléctrico y vertiginoso Klopp, no se han visto en una final de Champions. Entonces, era la vieja Copa de Europa y el Parque de los Príncipes asistió al triunfo red sobre el Madrid de los García dirigido por Boskov (1-0) en lo que fue la última derrota blanca en una final. Desde entonces, el Madrid es una máquina de llegar a finales (seis) y de ganarlas (seis).

En Kiev estarán el próximo 26 de mayo dos clubs legendarios. El Madrid no falla en Europa; el Liverpool, tampoco. Y menos en Roma. No se había llegado ayer a la media hora de una enloquecida semifinal, similar a la que protagonizaron Madrid y Bayern en el Bernabéu, y el Liverpool ya había hecho dos tantos, los de Mane (min. 9) y Wijnaldum (min. 25) pero acabó sufriendo para sentenciar su pase a la final. La Roma, que empató provisionalmente en el minuto 15 con un autogol de Milner, rozó el milagro y se quedó a un gol de forzar la prórroga con los goles en la segunda parte de Dzeko (min. 52) y Nainggolan (min. 86 y 94, el último de penalti) que cerraron el 4-2.

TERCEROS CLASIFICADOS

Resulta curioso que los dos finalistas no sean, en absoluto, hegemónicos en sus respectivos países. El Madrid ya ha perdido su corona liguera ante el pragmático Barça de Valverde. Ocupa el equipo de Zidane el tercer lugar de la Liga. El mismo puesto del Liverpool en la Premier, incapaz el grupo de Klopp de seguir el implacable ritmo del Manchester City de Guardiola, que ya es campeón.

Actores secundarios ambos equipos en el día a día, transformados, sin embargo, en dueños de las pantallas europeas hasta citarse en Kiev en un partido que hace casi cuatro décadas que no se ha jugado. Siguiendo, además, idéntico camino de sufrimiento para derribar sus últimos obstáculos antes de esa final. El Madrid estuvo el martes al borde del precipicio, pero nunca se cae. Sosteniéndose incluso si es necesario con una mano de Marcelo, que no vio el colegiado Çakir, aprovechándose, al mismo tiempo, de la ineficacia de un Bayern que jugó sin portero. «Tuve ese error innecesario, no puedo explicarlo, lo siento por mi equipo y por nuestros hinchas», dijo Ulrich.

Tampoco el esloveno Skomina vio la mano de Arnold en el área pequeña del Liverpool en un penalti que habría alimentado las esperanzas de un más que digno Roma. De mano en mano fueron llegando los finalistas camino de Kiev. Allí se verán dentro de más de tres semanas el vértigo de Klopp, que ha dejado su sello en un equipo que no notó en Europa la marcha de Coutinho al Barça, y la experiencia de Zidane, que no siente vértigo alguno cuando se asoma al momento más decisivo. Milán y Cardiff quedan como pruebas: dos finales, dos Champions.

Pero si Zizou repite en Ucrania la dimensión de su leyenda será ya gigantesca: tres de tres, emparentando al Madrid con equipos de otra dimensión, pertenecientes todos ellos al siglo pasado. El Ajax de Cruyff no solo anunció el nacimiento del fútbol total sino que encadenó tres Copas de Europa consecutivas (1971, 72 y 73), relevado en el trono por el Bayern de Beckenbauer (1974, 75 y 76). Desde entonces, nadie está cerca como el Madrid de Zidane para marcar una era en el nuevo siglo.