Dos golazos de Cristiano Ronaldo y Marco Asensio en la recta final dieron la victoria al Real Madrid ante el Barcelona (1-3) en la ida de la Supercopa de España, en el Camp Nou, y dejaron muy encarrilado el título para el conjunto blanco. Fue un clásico atípico, empezando por el ambiente en las gradas, donde miles de turistas compartían zona del estadio ataviados con las camisetas del Barça y del Madrid, indistintamente. Y acabando por el terreno de juego, donde no aparecieron en el once ni Cristiano Ronaldo —de nuevo suplente— ni Neymar, fugado al PSG, y a quien Deulofeu intentó hacer olvidar sin éxito.

El equipo de Zidane tampoco lucía de blanco, como es habitual, sino con una extraño uniforme azulado que se mimetizaba con el césped y casi se confundía con el azulgrana del eterno rival. Demasiados detalles que no hacían recordar, precisamente, ningún Barça-Madrid de los disputados en los últimos años. Aunque todo eso cambió tras la reanudación, cuando el Camp Nou se convirtió en el escenario de un duelo de alto voltaje y consecuencias imprevisibles.

Eso sí, el ritmo cansino del arranque fue más parecido al de un bolo de verano que al de un partido oficial. Fueron unos primeros minutos sin un dominador claro, aunque el Madrid salió a morder un poco más que el equipo de Valverde. Aun así, los visitantes apenas inquietaron a los azulgranas, con más problemas para fabricar fútbol que para defenderse de las escasas acometidas del rival.

A medida que Messi fue desperezándose de la sombra de Kovacic —Zidane ordenó un marcaje al hombre— el Barça ganó presencia en el choque. El 10 azulgrana avisó en un lanzamiento de falta que se marchó alto por poco y tuvo la más clara de la primera mitad, pasada la media hora, al rematar de primeras una asistencia de Alba, que le sacó Navas. Tal como estaba el partido no era de extrañar que se rompiera como sucedió: con un gol en propia puerta de Piqué, que desvió al fondo de la red un centro de Marcelo a los cinco minutos de la reanudación. A partir de ahí, el choque se animó. El Barça replicaría con un cabezazo de Luis Suárez que Navas enviaba a córner y con un doble centro de Vidal y Deulofeu que Messi, en boca de gol, no atinaba a cazar.

RONALDO, PROTAGONISTA / El partido estaba en el punto ideal para la irrupción de Cristiano, y Zidane lo hizo jugar la última media hora. Le anularon un gol antes de que Messi empatara al transformar un penalti que Luis Suárez forzó exagerando su caída ante Navas. Messi tocó a arrebato a por el segundo, pero fue Cristiano quien, en una contra, quebró la cintura de Piqué y envió un obús por toda la escuadra de la portería de Ter Stegen. El luso se sacó la camiseta y lució tipazo para celebrarlo, lo que le llevó a ver la primera amarilla. En la jugada siguiente el colegiado le mostró la segunda al entender que había intentado simular penalti. A pesar de la superioridad, los riesgos y precipitación en los azulgranas permitieron a Marco Asensio, que acaba de entrar, sentenciar prácticamente el título en el 90, con otro golazo por la escuadra.