Zinedine Zidane se señala la cabeza tras el varapalo en Copa para decir que la derrota en Sevilla aún da vueltas en la mente de los jugadores. Tres días después del encuentro de Liga en el Sánchez Pizjuán, el Madrid regresa a las tinieblas tras el batacazo ante el Celta. Dos derrotas, las mismas que en todo el 2016, ponen al conjunto blanco a las puertas de una dinámica peligrosa y con Ronaldo como centro debuena parte de las críticas.

Lejos de levantarse y mirar hacia adelante, el equipo se ha roto, ha abandonado la solidaridad que mostró en Sevilla hasta dejar de creer en sí mismo. En plena desbandada general, el jardín de Zidane, sostenido muchas veces de manera artificial, se ha marchitado sin remedio. «Pasa algo y tengo que arreglarlo», sostiene el entrenador del Madrid, que tras la cita del miércoles volvió a barajar los mismos errores: falta de intensidad y mala entrada en el partido. Zidane había intentado que no pasara lo mismo que en el 2014, cuando tras el Mundial de clubs el equipo se desplomó después de sumar 22 victorias consecutivas, con Carlo Ancelotti.

Ahora, las críticas no van hacia el entrenador y se apunta hacia Cristiano Ronaldo, una sombra ante el Celta. Todo el mundo vio que como único delantero fue un fracaso y no aportó nada.