Frente a lo mejor que podía disponer la Real Sociedad, la alineación alternativa que presentó Zidane le colocó ante la puerta grande o la enfermería. Al final fue enfermería, pero el heroico intento de remontada final que casi culmina con éxito le dio réditos. La Real Sociedad dio una exhibición en el arte de escapar de la presión rival y, entre Odegaard y la impecable actuación de Isak le hicieron un roto que el Madrid de Zidane no esperaba.

El intento de presión alta de los de Zidane para robar el balón fue la oportunidad que aprovechó la Real Sociedad para exhibir capacidad en la salida de balón y en la construcción de transiciones dañinas para el rival.

El duelo de poder a poder ofensivo que propuso desde el inicio la Real fue mermando poco a poco la presencia ofensiva de un Madrid cada vez más sometido a la jerarquía de de Merino en el centro del campo, a la distribución de Odegaard y la determinación de Isak.

Fue el noruego, en un balón sin aparente peligro casi en el lateral del área, el que se sacó de la nada un disparo seco y violento que Areola no pudo más que repeler sin control, el rebote le cayó a un Odegaard que colocó el balón con la suavidad con la que se guardó la celebración del primer gol de la Real ante la que será su afición.

El técnico del Madrid había apostado por Brahim, James o Vinicius, pero sus apariciones se diluyeron frente al dominio de la posesión realista. Las solitarias cabalgadas del extremo brasileño fueron el gran aliciente blanco durante muchos minutos del primer tiempo, en un partido sin muchas ocasiones blancas.

El partido tenía claro color vasco camino al descanso, mientras se reproducía el murmullo en la grada del Bernabéu, pero un tiro de James y un remate de Ramos al palo volvieron a igualar las ocasiones en el partido, todo gracias a carreras de Vinicius, en un final de primer tiempo movido en el que Isak tuvo dos ocasiones muy claras para hacer el segundo gol.

Los dos técnicos movieron ficha al descanso: Zidane hizo una jugada conservadora para recuperar el control: Modric por James. Alguacil le dio una variante más a su ya prolífico ataque: Barrenetxea por Januzaj.

La primera jugada fue un gol de Isak en fuera de juego (señalado por el VAR), tras un pase maravilloso de Odegaard. El Madrid le vio la orejas al lobo y empezó a atacar enrabietado, pero el siguiente ataque realista también terminó en gol de Isak, tras una espectacular jugada de Barrenetxea, y no hubo ilegalidad posible que aplacara la desolación blanca.

Tres minutos después, cuando los de Zidane todavía estaban recuperando el resuello, al noruego le cayó otro balón en el área y reventó la portería de Areola con un latigazo que dejó enmudecido al Bernabéu, hasta que estalló en una pitada contra su equipo.

El partido entró en barrena, inmerso en la locura de la Copa, y Marcelo recortó distancias con un disparo inesperado que sorprendió a Remiro. Pudo ser el inicio de una remontada heroica del Madrid a la que los jugadores y el público se entregaron con fe.

La vorágine madridista siguió adelante sin mucho orden, más propulsada por corazón que por fútbol, pero duró hasta que Alguacil se tapó con la entrada de Guevara, ganó físico y presencia en la medular, además de propiciar la sentencia de Merino. El protagonista volvió a ser Isak, que robó un balón en la banda, ganó hueco para centrar y encontró a Merino libre de marca en el área para rematar las ilusiones del Madrid.

Vinicius había sido lo más rescatable del ataque blanco y, ya en el tramo final, encontró el insatisfactorio premio de un gol sin trascendencia, pero lo anuló el videoarbitraje. A la jugada siguiente le regaló el tanto a Rodygo y, aunque no quedaban más de diez minutos para el final, la Real sufrió temblor generalizado de piernas.

El clímax de la locura llegó ya en el descuento, cuando Nacho puso el empate a un gol y elevó la crispación hasta límites insospechados. Tuvo el Madrid tres centros repelidos y un cabezazo de Ramos para empatar, pero la Real se llevó una clasificación tan apurada como justa.