La maldición de Anoeta se fue a hacer puñetas. El Barça de Valverde es tan indestructible que ha superado el moderno maleficio ante el que sucumbieron los mejores entrenadores del club y cerró una serie de siete visitas (dos empates y cinco derrotas) sin ganar. La demostración de poderío en un campo tan adverso invita a pronosticar que el campeón de invierno lo será en la primavera.

No solo ganó el Barça, sino que remontó. Perdía por 2-0 a la media hora en un primer tiempo horrible y en tres demoledoras apariciones dio la vuelta al partido (con polémica arbitral incluida por un gol anulado a la Real con 1-0, una posible roja a Piqué que se quedó en amarilla y una peineta de Jordi Alba al público que nadie vio) hasta acomplejar a la Real, que todavía no se explica cómo se le escapó la victoria.

INVICTOS // El líder cierra una primera vuelta maravillosa, próxima a la perfección, con el Madrid a 19 puntos, distancia jamás vista. Valverde quiso romper la negra racha de sus predecesores con una fórmula muy distinta. Sacó el once más desnaturalizado y de menos toque de los últimos años respecto a lo que se entendería por común en el Barça del siglo XXI. Que coincidan André Gomes y Paulinho en el centro del campo, junto con Rakitic y Busquets, y esté ausente Iniesta lo dice todo. El 4-4-2, habitual, remitió la faceta del gol al poderío de Leo Messi y Luis Suárez.

DESCOLOCADOS // Un camino más corto y más rápido buscó el Barça con futbolistas ahorradores de pases, ágiles sin embargo en las transiciones. Ocho defendían, dos atacaban. Aun así, la Real fue capaz de pillar a los azulgranas descolocados para abrir el marcador: un centro lejano de Xabi Prieto y cabeceado por Willian José, el delantero centro, sin que ninguno de los dos centrales (Piqué y Vermaelen) anduvieran cerca, apenas sombreado por Paulinho, que retrocedía tarde.

Si ante el Celta en Copa el equipo cuajó el mejor primer tiempo de la temporada, ante la Real firmó el peor en una extraña e imprevista mutación. A expensas de la Real y del singular embrujo de su estadio, naufragó en el campo. Poco o nada tuvo que ver la lluvia. El extravío azulgrana se gestó en el centro del campo, lo que impidió que el equipo siguiera un rumbo estable. La Real y su presión adelantada, más la vivacidad para mover la bola, ayudó a la zozobra barcelonista.

RECUPERACIÓN // El equipo se repuso con goles, la mejor forma para recuperar el color. Gracias a dos fugaces apariciones. De lejos llegó Paulinho y de lejos remató Luis Suárez. La Real perdió el hilo, conmocionada por la bestial pegada del Barça, que se sintió rearmado al recuperar el empate. Más que rearmado, se siente indemne, invencible, y con razón: nadie ha podido con él tras pasar por el Bernabéu, el Metropolitano, Mestalla, Estadio de la Cerámica, San Mamés y Anoeta.