El fútbol es espectáculo; sobre todo cuando dos equipos quieren jugar. Es lo que se vivió ayer en el Madrigal. El Villarreal celebró ayer sus 93 años de la mejor manera posible, jugando una competición europea y ganando a uno de esos equipos, el Bayern Leverkusen, con nombre rimbombante (cosas del alemán, que siempre suena importante). La victoria final fue todo un regalo para la afición del Madrigal.

Al fútbol se juega de muchas maneras: con tácticas, con posesión, al contragolpe o estrujando el balón parado, entre otras fórmulas. Descartada la especulación por los dos equipos, el Madrigal vivió anoche gran un partido. En el caso del Villarreal, con el trabajo de todos y sacando el jugo a los espacios; entre los que dejó el portero Leno debajo de sus piernas y que aprovechó Bakambu. Dos dianas fruto de dos cabalgadas, sobre todo la segunda, en que corrió. El delantero se reencontró con el gol. Una reaparición, tanto la de la solvencia en el acierto como la del franco-congoleño, providencial. Aunque no sería justo no señalar el esfuerzo colectivo desde la garra de Soldado (lástima que siga reñido con el gol), a la seriedad de Víctor Ruiz y Rukavina o al trabajo de Bruno y Trigueros que dejaron al rival estéril.

El conjunto amarillo demostró en la noche de ayer que Europa no le viene grande y que afronta los retos desde una seriedad y un cuajo que desprenden muy buenas sensaciones. Son buenos síntomas para soñar tanto en la Liga como en la Europa League. H